El arzobispo porteño ofició el sábado pasado la misa, el responso y la inhumación de los restos de Brumana, que descansan desde ahora en la Iglesia Nuestra Señora de las Nieves en el barrio porteño de Liniers.
El 17 de marzo de 1992 a los 37 años de edad, el padre Juan Carlos Brumana fallecía como consecuencia de la bomba que explotó en la Embajada de Israel, cuando él se encontraba en la casa parroquial del tempo del cual era su vicario: Madre Admirable. El Padre Brumana fue una de las víctimas del atentado terrorista contra la sede diplomática israelí en Buenos Aires.
“Los que conocimos al padre Juan Carlos nos pudimos beneficiar de su bondad, de su sencillez y a la vez de su riqueza humana y sacerdotal, de su piedad mariana. Cada uno de nosotros, según la relación que tuvo con él, - como su familia, sus amigos, sus hermanos sacerdotes, o fieles -, recordamos y valoramos profundamente su vida entre nosotros; y confiamos en que Juan Carlos y todos los difuntos que recordamos, estén en paz junto a Dios”, recordó hace pocos días monseñor José Luis Mollaghan -párroco de ese templo al momento del ataque terrorista y quien sufrió heridas-, con motivo una misa celebrada en la parroquia Madre Admirable en memoria del padre Juan Carlos.
El presbítero Adolfo Granillo Ocampo destacó que fue trasladado del Cementerio de Flores a Liniers porque "el padre Juan Carlos nació en nuestro barrio, y vivió su niñez, adolescencia y juventud, junto a su familia, muy vinculado y participando muy activamente en la vida de nuestra parroquia y su colegio".
El sábado pasado fue el Cardenal Mario Poli quien presidió la misa, el responso y la inhumación de los restos del padre Brumana junto a la comunidad parroquial de Nuestra Señora de las Nieves para luego darle sepultura a los pies de uno de los antiguos altares laterales, junto a una imagen de la Virgen María, de quien él era tan devoto. Acompañado de una veintena de sacerdotes, el arzobispo Poli concelebró con mons. Juan Carlos Ares (Obispo auxiliar de Buenos Aires), mons. Jorge Torres Carbonell (Obispo auxiliar de Lomas de Zamora) y mons. Juan Carlos Mollaghan (Arzobispo emérito de Rosario)
“Fueron momentos muy lindos, profundos e intensos, en los que muchas personas de la parroquia, del barrio y de la vida, que conocieron al Padre Juan Carlos, se unieron en el afecto fraterno a todos nosotros, para rezar y darle gracias a Dios por su vida entregada al servicio del Evangelio, y por su ejemplo sincero de humildad y sencillez” dijo el padre Adolfo Granillo Ocampo, párroco de la Iglesia en la que ahora descansa el padre Juan Carlos.
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