El presidente de la Conferencia Episcopal ha lanzado tres propuestas a la sociedad española y a los laicos cristianos para reconstruir el rostro humano de un país necesitado de la fe
El presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Juan José Omella, ha comenzado su discurso recordando con «memoria agradecida» al Papa Benedicto XVI y también «con profundo agradecimiento a Dios» por el décimo aniversario del pontificado del Papa Francisco para, posteriormente, preguntarse a propósito de si sigue teniendo «el hombre moderno capacidad para creer en la resurrección» La respuesta ha sido afirmativa.Ofrecer esperanza a nuestro mundo.
Omella ha compartido «la alegría que nace de la Pascua» porque «el testimonio de Cristo resucitado confirma que el amor es más fuerte que la muerte; que el mal, el sufrimiento y la injusticia no tienen la última palabra». Uno se puede preguntar: «¿sigue teniendo el hombre moderno capacidad para creer en la resurrección? La respuesta es rotundamente sí».
En un mundo en el que «son muchos los hermanos y hermanas que sufren», la resurrección «es la prueba de que tiene sentido una vida entregada a Dios y a los hermanos hasta la muerte. Jesucristo, a través de cada uno de nosotros, tiene sed de ese encuentro con los hermanos y hermanas que sufren, que buscan sentido, paz y felicidad, aquellos que están perdidos o atados, con todos aquellos que experimentan la insatisfacción ante un mundo que no es el paraíso». Nuestro mundo «necesita que los cristianos vivamos, con humildad y sin complejos, el gozo Pascual, regalo del Resucitado».
El cardenal Omella ha invitado a anunciar la esperanza que nace del Evangelio y en «el contexto de este mundo convulso» ha propuesto el documento Evangelii Gaudium, que es «más actual que nunca», con el que el papa Francisco «desea despertar en nosotros el anhelo evangelizador».La Iglesia quiere ser fiel a la misión«Creemos que estamos viviendo el inicio de una nueva primavera del Espíritu» ha anunciado el presidente de la CEE. Los obispos en zonas urbanas «constatamos» un «creciente anhelo de Dios». Si la secularización fue del mundo urbano al rural, «esperamos que el deseo de Dios que emerge en las ciudades llegue también al mundo rural. Es el momento de desvelar "el verdadero rostro de la Iglesia: un hogar de puertas abiertas, una casa paterna en lugar de aduana». Ante la «globalización de la superficialidad», para Omella es el momento de ayudar a descubrir que nuestra vida tiene un propósito, un sentido, una meta».Como anunció el Vaticano II, el arzobispo de Barcelona ha afirmado que «es todo el Pueblo de Dios el que evangeliza» y hoy «son muchos los laicos» que colaboran activamente en la misión pastoral y evangelizadora de la Iglesia.La CEE también se prepara para el Jubileo Ordinario del 2025, Peregrinos de la Esperanza. El cardenal Omella ha animado a leer los «Cuadernos del Concilio» con los que el Dicasterio para la Evangelización acerca –en 34 cuadernillos- las 4 Constituciones del Vaticano II. La BAC ha publicado estos materiales, que también se pueden descargar en la página web cuadernosdelconcilio.com.
La plenitud del compromiso laical es la transformación cristiana del mundoJuan José Omella
La conversión pastoral y misionera de la que habla el Papa «pasa en primer lugar por los ministros ordenados. «Tenemos –ha subrayado– un reto muy importante con la formación y acompañamiento a los seminaristas y ministros ordenados». Las conclusiones de la visita apostólica a los seminarios a propuesta del Santo Padre «nos ayudarán a mejorar el itinerario formativo». Los obispos «vamos a seguir trabajando» en «el importante servicio de formar y cuidar a los pastores».Acompañar a los laicosLa plenitud del compromiso laical es «la transformación cristiana del mundo». El reto es despertar su vocación «para que ejerzan su misión de ser sal y luz para el mundo, de ser la levadura que transforme la sociedad para hacerla más humana, digna y fraterna. Ellos son el rostro, la voz y los brazos de Dios en medio del mundo».Para ayudar a los laicos a redescubrir su misión, Omella ha recordado que «hemos publicado el documento El Dios fiel mantiene su alianza. También es una referencia la encíclica Christifideles laici. San Juan Pablo II señala ocho ámbitos seculares que el laico cristiano debe promover para cumplir con su misión evangelizadora. “Queremos animar a los laicos -ha puntualizado- a alentar un movimiento social a favor del bien común» y su presencia pública «en los ambientes e instituciones civiles donde viven».El presidente de la CEE, siguiendo las indicaciones de Lumen gentium y Christifideles laici, ha propuesto tres iniciativas «cuya implementación corresponde principalmente a los laicos».La familia, como fuente de cohesiónEn primer lugar, Omella ha propuesto la familia como fuente de cohesión social y de vida, ya que «es la comunidad más original, profunda y universal de la humanidad». Lo moderno y lo familiar «se han presentado como polos opuestos». Sin embargo, «una sociedad moderna solo es sostenible si es familiar». La familia «es una alternativa al modelo de modernidad individualista, utilitaria y desvinculada», que está causando «tanto daño psicológico y emocional» y que hace insostenible la vida social y el desarrollo humano».Sistema educativo gratuito, pero libreAl mismo tiempo, ha recordado que es necesario un sistema educativo gratuito que respete la libertad de los padres a la educación de sus hijos. La Iglesia católica «tiene una propuesta educativa para la persona, la familia y la sociedad». En ningún caso «la imponemos, pero sí que exigimos el respeto a la libertad que tienen los padres de educar a sus hijos en conciencia según sus valores». Un derecho reconocido por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y por la Constitución (art. 27 CE).«Apostamos» por una educación que enseñe a amar, que promueva una educación afectivo-sexual «orientada a este modo de amar y ser amados» y que presente a los niños, adolescentes y jóvenes una propuesta de sentido que colme sus anhelos y «no sucedáneos ideológicos programados con otros intereses».También «apostamos por una educación gratuita con independencia de la titularidad privada o pública del centro y del modelo educativo». El cardenal Omella ha señalado que «observamos que el modelo educativo vigente no asegura adecuadamente la libertad de las familias y la neutralidad del Estado» garantizadas por nuestra Constitución. Además, «nuestro sistema de enseñanza concertada» está «siempre en riesgo de ser recortado o de sufrir arbitrariedades por parte de los poderes públicos».
Manifestamos nuestro rechazo a la ley que regula la eutanasia y pedimos una ley integral de cuidados paliativosJuan José Omella
«¿No podría ser el cheque escolar la verdadera neutralidad y libertad que pedimos a la Administración competente?, ha interpelado. El Estado «no puede olvidar su deber de respetar el principio de subsidiariedad y evitar identificarse con un determinado modelo educativo, adscripción ideológica, o titularidad de la escuela. De otro modo nuestro Estado estaría pasando a ser un estado confesional laicista, discriminando a los ciudadanos y ciudadanas cristianos o de otras religiones».Acompañar la vida humanaLa tercera propuesta que Omella ha lanzado para los laicos es «trabajar intensamente» para concienciar a nuestra sociedad sobre la importancia de acompañar la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural, aumentando los cuidados cuando la vida es más vulnerable. Son situaciones «de especial vulnerabilidad» el inicio de la vida; los refugiados e inmigrantes; la enfermedad mental; la ancianidad; y el final de la vida.«Es una grave equivocación» plantear que «eliminar una vida humana pueda ser solución para algún problema». Es necesaria «una serena reflexión que vaya a las raíces del problema y busque alternativas reales y ayudas económicas significativas para que las madres que afrontan, muchas veces en soledad, un embarazo inesperado, no tengan que recurrir al aborto». También tiene que ser considerado con hondura «el alarmante aumento de suicidios, de manera especial entre los más jóvenes».Una vez más, «manifestamos nuestro rechazo a la ley que regula la eutanasia» y «pedimos» una «ley integral de cuidados paliativos y de ayudas dignas a la dependencia que, contando con los recursos necesarios, permita acompañar de manera verdaderamente humana a las personas en la fase final de su vida».
Los jóvenes que son el presente y el futuro de la Iglesia y del mundoJuan José Omella
La Iglesia contra los abusos sexualesEl cardenal Omella reitera «nuestra humilde y sincera petición de perdón a las víctimas, la Iglesia en España está comprometida en la protección de menores y en la prevención de abusos sexuales cometidos, tanto en el marco de su actividad, como en toda la sociedad».
En el portal www.paradarluz.com se recoge información sobre el trabajo realizado por la Iglesia en España para la protección de menores y la prevención de los abusos. «Hemos pedido perdón por ese gran pecado y seguiremos pidiéndolo. Pero no basta con pedir perdón, “queremos que esa lacra desaparezca de nuestra sociedad. Por ello, seguimos colaborando con los jueces, la fiscalía y el defensor del pueblo, aportando toda la información de la que disponemos y activando nuestros protocolos».
La Iglesia quiere liderar la lucha contra esta lacra que afecta a 1 de cada 5 niños en Europa. Sin rehuir «ninguna de nuestras propias responsabilidades, lamentamos que por el momento no se aborde dicha dolorosa cuestión en su dimensión global y que se insista en analizar exclusivamente este drama en el ámbito de la Iglesia. La Iglesia confiesa su pecado, pero denuncia que este mismo hecho, que afecta a otros muchos sectores de la sociedad, no sea puesto en evidencia, para buscar entre todos una solución que abarque toda la extensión de este problema social».
La paz y la JMJ de LisboaEl presidente de la CEE ha hecho «una llamada a la oración intensa por la paz y el fin de las guerras en Ucrania y en tantos otros lugares del mundo afectados por tantos conflictos». Trabajar por la paz implica «defender la verdad, promover la justicia, y proponer (con la ayuda de Dios) la posibilidad del perdón. La guerra no debe tener nunca la última palabra».
Las últimas líneas del discurso han sido destinadas a los jóvenes que «tienen mucho que decirnos» y que «son el presente y el futuro de la Iglesia y del mundo», ha recordado Omella. La Iglesia «quiere estar muy cerca de ellos, acompañarlos en este momento vital tan importante cuando tienen que tomar decisiones que van a afectar el resto de sus vidas. Los jóvenes cristianos están llamados a ser el rostro, los brazos y las manos de Jesucristo resucitado».
Los obispos estarán la primera semana de agosto junto a los «jóvenes de nuestras diócesis» en la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa. El cardenal Omella ha animado a los jóvenes a participar en este encuentro «que no dejará a nadie indiferente» y a los medios de comunicación «a dar una amplia cobertura a este gran encuentro de alegría y esperanza para el mundo entero».
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