El arzobispo de Córdoba reflexionó sobre dos actitudes contrapuestas que pueden surgir ante la visita de Dios, e instó a hacer memoria de la grandeza del Señor y "cantar nuestro propio 'Magnificat'".
En su homilía durante la fiesta de la Inmaculada Concepción, el arzobispo de Córdoba, cardenal Ángel Rossi SJ reflexiona sobre dos visitas de Dios presentadas en las lecturas del día, que presentan "dos reacciones distintas".
"La primera es la visita de Dios a Adán y Eva, a los que cada tarde Dios visitaba. Es un Dios que visita. En el caso del Evangelio, la visita de Dios a través del Ángel a María", detalla, y destaca que "Dios siempre visita personalmente. Dios visita conociendo nuestra historia, nuestros lazos".
Siguiendo con la comparación entre ambos pasajes bíblicos, señala: "Contrastan las palabras a Adán y Eva, '¿dónde estás?', casi diríamos:´¿dónde te metiste?, ¿por qué te escondés?'; y, en el caso del Ángel, el saludo: 'Llena de Gracia, el Señor está contigo'. Y dos actitudes, dos respuestas. En el caso de Adán y Eva, temer y esconderse, ausencia; y, en el caso de la Virgen, presencia: 'He aquí la esclava del Señor', un símbolo de fecundidad".
En el caso de Adán y Eva, el purpurado describe cómo "cada día lo recibían a Dios y, de pronto, Dios se vuelve alguien sospechoso, alguien que no es motivo de alegría, sino de miedo", y amplía: "Cuando nuestro corazón pierde la confianza en el Señor, por nuestras fragilidades, por nuestras distancias, la visita de Dios, en vez ser algo lindo, termina siendo tristemente algo sospechoso, algo que nos da miedo".
"En cambio, en el caso de la Virgen, hay familiaridad con Dios y la respuesta: abrir el corazón. A veces, Dios también nos visita y nosotros andamos escondidos, y entonces el Señor vuelve a decirnos: ¿Dónde estás?, ¿por qué te escondés de mi mirada misericordiosa, de mi mirada llena de cariño?", sostuvo, y planteó: "Que, como la Virgen, pueda contestar 'mi espíritu se alegra en Dios mi salvador'".
"Hoy es una fiesta para alegrarse, para hacer memoria de la grandeza del Señor con cada uno de nosotros, que no somos puros como la Virgen, no somos sin mancha, pero somos tan amados como ella. Por lo tanto, es un día lindo para cantar nuestro propio 'Magníficat'", animó, e instó a "animarse a poner las razones por las cuales 'mi alma canta la grandeza del Señor'. El cristianismo es para los agradecidos".
El cardenal cordobés concluyó invitando a "que no nos cansemos de buscar la mirada del Señor ni de ofrecer nuestra mirada caritativa a quienes quizás están esperando nuestra mirada".
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