La comunidad de San Isidro Labrador, en el barrio porteño de Saavedra, celebró a su santo patrono el domingo 20 de mayo. Con la presencia del arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, los fieles recorrieron las calles y luego se realizó la santa misa en las escalinatas del templo.
El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, visitó la Parroquia San Isidro Labrador, en el barrio porteño de Saavedra, y acompañó a la comunidad en el festejo de su santo patrono. Los animó a imitar la santidad de San Isidro Labrador, colocando a Dios por encima de todo: “Primero Dios, después el prójimo y luego yo”, les dijo.
La celebración comenzó cerca de las 11 cuando se abrieron las puertas del templo parroquial y salió en andas la imagen de San Isidro Labrador. Con el repique de las campanas comenzó la procesión por el barrio que tuvo como gesto visitar a los más frágiles: los ancianos, los niños y los enfermos.
Cantando y rezando, la comunidad recorrió las calles del barrio con palmas y globos amarillos y blancos. La procesión se detuvo en tres oportunidades en las que monseñor Poli dedicó unas palabras y una oración alusiva. En la primera parada se homenajeó a los abuelos, representados por las hermanas y residentes del Hogar Savina Petrilli. En segundo lugar, a los niños, en el Instituto Divina Providencia donde alumnos uniformados portaron las banderas de ceremonia. La última parada fue el hospital de niños Fundación Hospitalaria, donde voluntarias alzaron carteles de colores con los nombres de los niños internados.
Al término de la procesión, se dio comienzo a la santa misa en las escalinatas del templo parroquial, que fue presidida por el cardenal Poli y concelebrada por los presbíteros Ricardo Fernández Caride, párroco, y Matías Jurado, vicario parroquial.
Luego de la bendición impartida por el cardenal, el párroco Fernández Caride agradeció a la comunidad por el trabajo en la preparación de la fiesta, al arzobispo por acompañar la celebración y a los voluntarios que colaboran con los hogares de ancianos y el hospital. Y, de un modo especial, a un grupo de padres que se encargaron de cocinar lentejas para compartir con la comunidad una vez finalizada la eucaristía.+
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