El arzobispo de Santiago del Estero instó a la comunidad a mostrar su amor a Dios respetando a los hermanos, sirviendo a los pobres y acompañando a los que sufren.
En el marco del Año Santo, el arzobispo de Santiago del Estero y primado de la Argentina, monseñor Vicente Bokalic CM, presidió el viernes 28 de marzo la misa y apertura de la puerta santa de la parroquia Cristo Rey, designada como templo jubilar en la ciudad de La Banda, e instó a los fieles de esa comunidad a mostrar su amor a Dios respetando a los hermanos, sirviendo a los pobres y acompañando a los que sufren.
Acompañado por un grupo de sacerdotes como concelebrantes, el pastor arquidiocesano recordó que "vamos acercándonos a la Semana Santa, la semana más grande para los cristianos, los días más importantes para nosotros como hijos de Dios, como pueblo peregrino".
"Debemos llegar a la Pascua como hombres y mujeres nuevos, no porque vamos a cambiar de ropa, no porque vamos a cambiar de figura; queremos llegar a la Pascua renovados interiormente, que haya algo nuevo, que podamos decir: 'El Señor está pasando por mi vida'", continuó.
El cardenal aseguró que la Pascua "es esto, es el paso de Dios; queremos dejar una vida de tristeza, de egoísmo, de pensar en nosotros, de aprovecharnos de los demás, de no compartir los talentos, dones con los hermanos, tantas cosas que nos tienen pensando en nosotros y nos olvidamos de los demás".
Por otra parte, animó a los presentes a preguntarse "cuál es el mandamiento más importante: Amar a Dios por sobre todas las cosas. Dios había visto el lamento, las tremendas injusticias que padecía el pueblo, y le pidió a Moisés que vaya a liberar a su pueblo como signo de amor; porque Dios nos hizo para la libertad, nos dio la dignidad de personas, somos lo más importante de la Creación". "Nuestro amor a Dios es una respuesta al amor que hemos recibido. Para saber que Dios me quiere, solo tengo que contemplar la naturaleza y el gran signo del amor de Dios, es que envió a su hijo Jesús", sostuvo también monseñor Bokalic.
Y manifestó: "Cada vez que nosotros dudemos de la existencia de Dios, que se olvidó de mí en medio de tantos sufrimientos que nos toca padecer, de la violencia, de tanta falta de dignidad al ser humano, debemos mirar la cruz, el signo más grande del amor de Dios. No sólo nos envió a su Hijo, sino que Él entregó su vida por nosotros".
El pastor de la Iglesia santiagueña dijo además que "no podemos decir que amamos a Dios si nosotros no amamos, no respetamos a nuestros hermanos. La respuesta a ese amor de Dios es cuando nos jugamos por el hermano, damos la vida por los demás. Tantos gestos que vimos en la época de la pandemia, de personas que arriesgaban sus vidas por los demás".
"Nosotros podemos decir amo a Dios cuando yo quiero a mi hermano, cuando me comprometo con el bien de la comunidad, cuando vamos a servir a los pobres, cuando acompañamos a los que sufren. Esto es lo más importante en nuestras vidas y qué bien nos hace esto. ¿Qué es lo más importante en nuestras vidas?: amar a Dios; pero lo amamos sirviendo, perdonando, ayudando", expresó el cardenal primado.
Finalmente, destacó que "el verdadero jubileo nace cuando, fortalecidos por el amor de Dios, vamos a peregrinar hacia nuestros hermanos. Peregrinación es visitar a un enfermo, hospitales, sanatorios, cárceles, a los chicos que están en proceso de recuperación de sus adicciones; acompañar a tantos abuelos solos, descuidados, sumergidos por las autoridades viviendo tantas miserias: esa es la peregrinación que debemos hacer nosotros. El Señor nos envía a los demás. Por eso, debemos ser signos de esperanza".
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