En un día de sol primaveral, hubo banderas, vinchas y camisetas albicelestes, imágenes y estatuillas de Brochero, en una Plaza de San Pedro desbordada de emoción.
Por Elisabetta Piqué
Entre las 80.000 personas que asistieron a la canonización de los nuevos siete santos, los argentinos, que viajaron especialmente para honrar al Cura Gaucho, que en realidad siempre fue santo según el sentir popular, se hicieron notar.
En un día de sol primaveral, hubo banderas, vinchas y camisetas albicelestes, imágenes y estatuillas de Brochero, en una Plaza de San Pedro desbordada de emoción. Los cordobeses, compatriotas del nuevo santo, eran mayoría y no ocultaban su emoción.
"Siento una emoción muy grande, es el cumplimiento de un anhelo. Porque además este es el primer santo argentino que hizo la santidad en la patria nuestra, la hizo en Córdoba en particular, y era un cura gaucho: un hombre que predicó, pregonó y llevó en su alforja la doctrina y el dogma arriba de una mula, Malacara. Entonces está muy consustanciado con un pueblo creyente y devoto como es el pueblo gaucho en general y cordobés en particular", dijo a La Nación Carlos Dominguez Linares, enviado especial de la Federación gaucha de Córdoba. Junto a su mujer, Liliana Poletto, enfundada en un poncho, Linares, de 72 años, estaba elegantísimo, vestido de uniforme de gala gaucho, con sombrero, botas y pañuelo.
"Estudié en España, y hace 50 años vine aquí, a la Plaza de San Pedro. Pero venir ahora con un Papa argentino, y con un santo argentino y con mi esposa, que no la conocía, es hermoso", exclamó Linares, que viajó en peregrinación con gente de las Sierras Chicas. "Estaba pensando que cuando era adolescente y romántico, leía a Rubén Darío, a Beckett y a Amado Nervo. Y Amado Nervo decía: si hay un hueco en tu alma, llénalo de amor. Y cuando se habla de la grieta de los argentinos, para mí la respuesta la dio Amado Nervo hace más de 60 años: esa grieta hay que llenarla de amor", comentó.
En su grupo también estaba, vestido con una camiseta de Talleres de Córdoba, Santiago Luti, ingeniero agrónomo de 32 años, junto a su mujer, Paula Bitar y su hijo de 8 años, Felipe. "Ya estuve otras veces en Roma, pero estando acá uno adquiere la dimensión de lo que pasó hoy: Brochero, que está ahí, en el tapiz, junto a su mula ¡ahora es un santo para toda la Iglesia! Ayer hablaba con unos italianos que me preguntaban dónde podía encontrar información sobre él, porque le quieren rezar", dijo Luti, entusiasmado. "Brochero iba por las sierras compartiendo su mate con todos, ahora seguro comparte el mate con los santos", concluyó, feliz como todos los argentinos presentes.
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