Una dura homilía contra la corrupción dio monseñor Gabriel Escobar durante el segundo día del novenario de Caacupé. Instó a los ciudadanos a reclamar sus derechos y señaló la necesidad de nuevos líderes honestos que sean un modelo para los jóvenes.
En el segundo día del novenario de la Virgen de Caacupé, patrona de los católicos paraguayos, tuvo a su cargo la homilía el obispo del vicariato apostólico del Chaco, monseñor Gabriel Escobar. Si bien el tema elegido fue la juventud y la alegría de la reconciliación, gran parte de la reflexión la dedicó a la necesidad del combate a la corrupción en el Estado.
“Con mucha tristeza vemos que la corrupción sigue latente y no podemos quedarnos callados ante esto, porque el que calla otorga. Muchas veces nos callamos por amedrentamientos, miedo (...) El poapa Francisco decía a las autoridades y a todos los paraguayos: primero la patria y después los bolsillos, lo primero tiene que ser el amor a este terruño donde hemos nacido, primero el bien común y después lo particular. Ayudémonos a vencer este flagelo de la corrupción”, instó el monseñor a los católicos.
En la misma línea, dijo que los jóvenes de hoy necesitan nuevos modelos de líderes a imitar, líderes que tengan amor a la justicia, a la trasparencia y la tolerancia. Dedicó puntualmente parte de su reflexión, a las construcciones encaradas por el Estado que nunca se concretan o quedan inconclusas, a pesar de que el dinero se desembolsa, como por ejemplo los caminos en el Chaco “que están en estado calamitoso”, o las escuelas que diariamente caen sobre los alumnos que están estudiando, dijo.
“Hay algo que no funciona y yo creo que ese algo que no funciona son nuestras fiscalizaciones, porque estan amañadas, porque no puede ser que si sos fiscalizador no digas: ‘esto no esta, bien estan robando al pueblo’. Y nos callamos...debemos denucniarlo, porque es dinero del pueblo que debe volver al pueblo no a algunos bolsillos”, insistió.
Finalmente llamó a acoger, recibir y perdonar, a aprender el perdón y la reconciliación desde la familia. Resaltó que ese don es gratis y es para todos, especialmente para todos los que quieran un país más justo, una iglesia más solidaria y fraterna y un país mejor para todos.
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