Dublín será la sede del Encuentro Mundial de las Familias en 2018
"God bless America!". El Papa Francisco ya vuela hacia Roma, después de diez días de un viaje histórico, intenso y agotador a Cuba y Estados Unidos, El avión de American Airlines partió del aeropuerto de Filadelfia a la una y media de la madrugada, y llegará a Ciampino a las diez de la mañana de este lunes, dejando a unPapa exhausto pero alegre que finalizó su visita insistiendo en un llamamiento a la esperanza, porque "el mal no tiene la última palabra, el amor y la justicia siempre triunfan".
Un Pontífice que no tendrá mucho tiempo para descansar, pues el próximo domingo arranca la segunda etapa de un Sínodo de la Familia que se antoja disputado y apasionante, y que puede marcar un antes y un después en la Iglesia católica. Antes de arrancar dicho evento, el Papa clausuró el EMF de Filadelfia, donde anunció que el próximo encuentro tendrá lugar en Dublín en 2018.
En su discurso de despedida y agradecimiento a los organizadores y voluntarios del EMF, Francisco reconoció que "los días que he pasado con ustedes se me han hecho cortos", y que regresa a Roma"con el corazón lleno de gratitud y esperanza".
"¡No es nada fácil hablar abiertamente de la propia vida!", reconoció Francisco, invitando a reivindicar "la importancia de la familia para una sociedad sana", independientemente "de los desafíos que tengan que afrontar". Que, como todos sabemos, son muchos.
Rememorando su visita a EE.UU., el Papa destacó la canonización de fray Junípero Serra, y su momento de oración en la Zona Cero, "lugar que nos habla con fuerza del misterio del mal. Sin embargo, tenemos la certeza de que el mal no tiene nunca la última palabra y de que, en el plan misericordioso de Dios, el amor y la paz triunfarán sobre todo".
El vicepresidente, Joe Biden, acompañaba al Papa en su despedida. En su nombre, agradeció a Obama su cercanía. "Esta tierra ha sido bendecida con grandes dones y oportunidades. Ruego al Señor para que ustedes sean administradores buenos y generosos de los recursos humanos y materiales que les han sido confiados".
"Doy gracias al Señor porque me ha concedido ser testigo de la fe del Pueblo de Dios en este País, como ha quedado manifestado en nuestros momentos comunitarios de oración y se puede ver en tantas obras de caridad", concluyó el Papa, asegurando que "Jesús está en medio de ustedes", y recordando que "el cuidado de los unos por los otros es el cuidado con que tratan al mismo Jesús".
"No dejen que su entusiasmo por Jesús, por la Iglesia, por nuestras familias y por la familia más amplia de la sociedad se apague. Quiera Dios que estos días que hemos compartido produzcan frutos abundantes y permanentes; que la generosidad y el cuidado por los demás perduren. Y ya que nosotros hemos recibido mucho de Dios -dones concedidos gratuitamente, y no por nuestros méritos-, que también nosotrosseamos capaces de dar gratuitamente a los demás", finalizó el Pontífice, antes de enfilar el camino hacia la escalerilla del avión. En el horizonte, unas ocho horas de vuelo y, previsiblemente una rueda de prensa con los corresponsales vaticanos. Y un aroma de viaje inolvidable.
Saludo al comité organizador, voluntarios y benefactores del EMF de Filadelfia
Sr. Vicepresidente,
Distinguidas Autoridades,
Hermanos Obispos,
Queridos amigos:
Los días que he pasado con ustedes se me han hecho cortos. Pero han sido para mí días de mucha gracia y pido al Señor que también lo hayan sido para ustedes. Quiero que sepan que, ahora que me preparo para partir, lo hago con el corazón lleno de gratitud y esperanza.
Estoy muy agradecido a todos ustedes y también a todos los que se han empleado a fondo para hacer posible mi visita y preparar el Encuentro Mundial de las Familias. De manera particular, doy las gracias al Arzobispo Chaput y a la Arquidiócesis de Filadelfia, a las Autoridades Civiles, a los organizadores y a los muchos voluntarios y bienhechores que han colaborado de una u otra manera.
Gracias también a las familias que han compartido su testimonio durante el Encuentro. ¡No es nada fácil hablar abiertamente de la propia vida! Sin embargo, su sinceridad y humildad ante el Señor y ante cada uno de nosotros nos han hecho ver la belleza de la vida familiar en toda su riqueza y variedad. Pido al Señor que estos días de oración y reflexión sobre la importancia de la familia para una sociedad sana, animará a las familias a seguir esforzándose en el camino de la santidad y a ver a la Iglesia como su segura compañera de camino, independientemente de los desafíos que tengan que afrontar.
Al finalizar mi visita, quisiera también agradecer a todos los que han colaborado en la preparación de mi permanencia en las Arquidiócesis de Washington y Nueva York. Para mí fue especialmente emotivo la canonización de san Junípero Serra, que nos recuerda a todos nuestro llamado a ser discípulos misioneros. También lo fue la visita, junto a mis hermanos y hermanas de otras religiones, a la Zona Cero, lugar que nos habla con fuerza del misterio del mal. Sin embargo, tenemos la certeza de que el mal no tiene nunca la última palabra y de que, en el plan misericordioso de Dios, el amor y la paz triunfarán sobre todo.
Señor Vicepresidente, le pido que reitere al Presidente Obama y a los miembros del Congreso mi gratitud, junto con la seguridad de mis oraciones por el pueblo estadounidense. Esta tierra ha sido bendecida con grandes dones y oportunidades. Ruego al Señor para que ustedes sean administradores buenos y generosos de los recursos humanos y materiales que les han sido confiados.
Doy gracias al Señor porque me ha concedido ser testigo de la fe del Pueblo de Dios en este País, como ha quedado manifestado en nuestros momentos comunitarios de oración y se puede ver en tantas obras de caridad. Dice Jesús en las Escrituras: «En verdad les digo que cada vez que lo hicieron con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron» (Mt 24,40). Sus atenciones conmigo y su generosa acogida son signo de su amor y fidelidad a Jesús. Lo son también sus atenciones para con los pobres, los enfermos, los sintecho y los inmigrantes, su defensa de la vida en todas sus etapas y su preocupación por la familia. En todos estos casos se ve que Jesús está en medio de ustedes y que el cuidado de los unos por los otros es el cuidado con que tratan al mismo Jesús.
Ahora que los dejo, les pido a todos, especialmente a los voluntarios y bienhechores que han asistido al Encuentro Mundial de las Familias: No dejen que su entusiasmo por Jesús, por la Iglesia, por nuestras familias y por la familia más amplia de la sociedad se apague. Quiera Dios que estos días que hemos compartido produzcan frutos abundantes y permanentes; que la generosidad y el cuidado por los demás perduren. Y ya que nosotros hemos recibido mucho de Dios -dones concedidos gratuitamente, y no por nuestros méritos-, que también nosotros seamos capaces de dar gratuitamente a los demás.
Queridos amigos, los saludo a todos en el Señor y los encomiendo al cuidado maternal de María Inmaculada, Patrona de los Estados Unidos. Los tendré presentes en mis oraciones a ustedes y a sus familias, y les pido, por favor, que recen por mí. Que Dios los bendiga. ¡Que Dios bendiga a América!
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