El 5 de abril tuvo lugar en la basílica de San Francisco, en la ciudad de Mendoza, la celebración de una misa por el bicentenario de la proclamación de la Virgen del Carmen de Cuyo como Patrona y Generala del Ejército de los Andes. Presidió la Eucaristía Mons. Carlos María Franzini, arzobispo de Mendoza, y concelebraron Mons. Alfonso Delgado, arzobispo de San Juan de Cuyo, y Mons. Pedro Candia, administrador diocesano del Obispado Castrense.
En la mañana del miércoles 5 de abril, tuvo lugar en la Basílica de San Francisco, en la ciudad de Mendoza, la celebración de una santa misa por el Bicentenario de la proclamación de Nuestra Señora del Carmen de Cuyo como Patrona y Generala del Ejército de los Andes.
Presidió la Eucaristía monseñor Carlos María Franzini, arzobispo de Mendoza, y concelebraron monseñor Alfonso Delgado, arzobispo de San Juan de Cuyo; monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo coadjutor de San Juan de Cuyo; monseñor Eduardo Taussig, obispo de San Rafael; monseñor Dante Gustavo Braida, obispo auxiliar de Mendoza; y monseñor Pedro Candia, administrador diocesano del Obispado Castrense, los capellanes mayores del Ejército y la Fuerza Aérea y un número significativo de capellanes de las Fuerzas residentes en las provincias de Cuyo.
Estuvieron presentes autoridades del Ejército Argentino y de la Gendarmería Nacional.
El hecho histórico
Es conocida la devoción que el Libertador San Martín tenía por la Virgen del Carmen y que la hizo nombrar Generala de su Ejército, superando los respetos humanos de una época en la que el liberalismo había impuesto la idea de que “la religión es asunto privado”. Tanta importancia dio al tema que lo decidió con su Estado Mayor, según dice Espejo en su obra “El Paso de los Andes”.
La devoción a la Virgen del Carmen estaba muy arraigada en Cuyo y casi todos los soldados del ejército que estaba preparando San Martín llevaban su escapulario, por eso fue ella la que tuvo preferencia en la elección de una Patrona celestial para el ejército y sus soldados, dice, y describe la brillante ceremonia efectuada el 5 de enero de 1817, durante la cual San Martín le entrega a la Virgen del Carmen de Cuyo su bastón de mando, la nombra Generala y hace bendecir también la Bandera de los Andes, “saludada por dianas y la banda con cajas y clarines, mientras rompía una salva de 21 cañonazos, ante el ejército de gran gala y todo el pueblo de Mendoza”.
Más tarde, después de sus triunfos, el Libertador entregó definitivamente su bastón, esta vez en el silencio que acompaña a todo lo grande y dejó aquella conocida carta:
“La decidida protección que ha prestado al Ejército de los Andes su Patrona y Generala, Nuestra Madre y Señora del Carmen, son demasiado visibles. Un cristiano reconocimiento me estimula a presentar a dicha Señora (que se venera en el Convento que rige Vuestra Paternidad) el adjunto bastón como propiedad suya y como distintivo del mando supremo que tiene sobre dicho Ejército”. Gr. Don José de San Martín.+
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