A partir del domingo y durante una semana se celebra Janucá.
Ésta es una de las festividades más complejas del calendario judío, todo se centra en las velas o luces que prendemos ocho noches y la variedad de significados que toman en esos días. Se habla de la espiritualidad que simbolizan, de la fuerza, la intelectualidad y la integridad. Sin embargo, algo que difícilmente se menciona, pero está presente es la belleza. Al encendido de la Menorá (calendario) en Janucá de entre todas las festividades y prácticas es a la única que el Talmud llama “mehadrin min hamehadrin” doblemente bella. Y en los escritos que se refieren a su encendido constantemente se habla de la belleza de Israel contrastada con la de Yavan (Grecia), la de Rajel contrastada con la de Lea y la de Yehudá contrastada con la de Yosef; y de cómo Janucá se encuentra en el centro de todas esas historias.
Rab Aryeh Lebowitz en su clase nos habla de ello. Busca explicar a qué tipo de belleza nos referimos cuando hablamos de la belleza que celebramos en Janucá; para ello se adentra a las formas en que fuentes judías describen la belleza. Entre ellas destaca tres tipos y las categorías en que cada personaje bíblico se encuentra
Tipos de belleza
Al primer tipo le llama “sheker yofi” la belleza que nos engaña. Se refiere a la belleza que es exterior, que no necesariamente refleja el interior del objeto o la persona. Por ejemplo, una fruta que es bella, pero es venenosa, una persona que es bella pero vacía, o que aparenta bondad y en verdad es malvada, o un erudito de Torá que tiene conocimientos pero malas cualidades. Ésta es la belleza que representa Yavan, una belleza artística y física que no se reflejaba en las cualidades éticas o espirituales de la nación, que se quedaba sólo en el exterior.
El segundo tipo es “yofi”, la belleza genuina. Aquella donde hay una sintonía entre el exterior y el interior, la cosa es bella tanto por dentro como por fuera. Las letras del sefer Torá son el mejor ejemplo, se les adorna y son bellas, pero también representan un significado extremadamente profundo. Ésa era la belleza de Rajel y Yosef, ambos son descritos como extremadamente bellos y su belleza era tanto física como espiritual. También es la belleza del Tzadik (justo) del hombre que nunca ha pecado, que es recto y sabio.
El tercer tipo se le llama “hod” o “hadar” es la belleza que es tan profunda que excede el recipiente que la contiene. Hablan por ejemplo de un gran rabino, físicamente no se percibe como un gran hombre, pero todo el que ha estado en su presencia reconoce su grandeza. También se habla de la tierra de Israel, no es en sí bella en el exterior, pero la santidad que emana es mucho más grande que lo que refleja en su exterior. Ésta es la belleza de Lea y la belleza de Yehuda, su belleza interna era mucho más grande que su belleza física. También es la del baal teshuva (el hombre que peca y se arrepiente) porque tiene una fuerza interna mucho mayor que la mayoría la cual le permite hacer lo correcto pese al entorno que lo rodea y pese a la dificultad que implica corregir un error. Yehuda y David son el baal teshuvá por excelencia.
Janucá y los contrastes
En Janucá los tres tipos de belleza se ven representados. Los últimos dos en los fragmentos de Torá que se leen en la semana de Janucá donde leemos la historia de Yosef y Yehuda, también leemos sobre la división al interior del pueblo judío causada por el conflicto entre los dos patriarcas, y el proceso que surgirá entre los dos Mesías (el Mesías ben Yosef y el Mesías ben Yehuda). Regresando a la historia Yosef no peca con Potifar, representa el segundo tipo de belleza; Yehuda peca con Tamar representa el Hod. Si bien en el presente existe una división entre uno y el otro al final de los tiempos habrá armonía entre ambos y Janucá también representa esa unión.
Sin embargo, como recalca el rabino la principal enseñanza de Janucá se encuentra en el aceite que usamos para prender la Menorá. El aceite representa el Hod, la belleza de la Menorá es espiritual, la de Israel es el Hod. La oscuridad representa a Yavan, en Janucá festejamos que el Hod la belleza de la espiritualidad, aquella que excede su contenido haya sido más poderosa que la belleza exterior, la que es vacía.
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