Fue luego de que el kirchnerismo lo presentara como una protesta por la gravedad de la crisis y de que el gobierno se quejara de que la Iglesia no habló durante la gestión peronista. Aclaró que fue un encuentro de quienes acompañan a personas de la calle.
Sergio Rubin
En tiempos de grieta nada parece escapar a las peleas políticas, sean cosas ciertas o no, sean aviesamente manipuladas o -en el mejor de los casos- sean producto de una confusión involuntaria. El arzobispado de Buenos Aires tuvo que salir a aclarar el sentido de una larga mesa que tendió en la catedral de Buenos Aires, luego de que fuese interpretada como un comedor comunitario para manifestar la gravedad del crecimiento de la pobreza durante el gobierno de Javier Milei.
“A partir de algunas noticias difundidas en las últimas horas queremos informar que, en el marco de la semana de la caridad, en vísperas de la colecta anual de Cáritas, el pasado martes 4 de junio se realizó en la catedral metropolitana un encuentro de agentes de pastoral que acompañan a las personas en situación de calle”, comienza diciendo el comunicado de la curia metropolitana, al evidenciar su preocupación por las interpretaciones.
Señala que “de este encuentro participaron referentes de parroquias, movimientos, funcionarios del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y asociaciones civiles” y tras afirmar que “la mejor ayuda es la que se organiza” subraya que “en este espíritu es que se convocó en esta primera instancia a todos aquellos que vienen realizando una tarea generosa, solidaria y comprometida con los más pobres”.
La foto de la larga mesa tendida en la catedral circuló profusamente por las redes en días signados por la polémica por los alimentos destinados a comedores comunitarios retenidos por el ministerio de Capital Humano en un depósito del gran Buenos Aires y otro de la provincia de Tucumán y de cifras sobre el agravamiento de la situación social del Observatorio de la Deuda Social de la UCA.
En ese contexto no faltaron quienes consideraron que era una manifestación del deterioro social y buscaron sacarle provecho. Por caso, el sacerdote Juan Carlos Molina -que ocupó la secretaría de Lucha Contra las Adicciones y el Narcotráfico en el gobierno de Cristina Kirchner la utilizó para cargar contra el gobierno: “Catedral de Buenos Aires. El comedor de los pobres. ¿También lo van a marcar como comedor fantasma? Repartan la comida”, dijo en X.
En cambio, el subsecretario de Comunicaciones, Javier Lanari, consideró que lo que interpretó que sucedió en la catedral -el supuesto armado de un comedor comunitario- ameritaba una defensa del gobierno y la emprendió contra la Iglesia. “Conmueve cómo un sector de la Iglesia se acuerda de los pobres cuando no gobierna el peronismo”, disparó. En ese sentido, el funcionario acusó a la institución eclesiástica de tener “sensibilidad selectiva”.
En menos eclesiásticos dicen que la equivocada interpretación de lo ocurrido -favorecida por la velocidad de las redes sociales- pone de manifiesto una vez más un nivel de apasionamiento político de uno y otro lado de la grieta que en nada contribuye al necesario clima de diálogo en busca de acordar soluciones que requiere una crisis que lleva ya varias décadas.
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