La arquidiócesis Primada de México llamó a su comunidad a ofrecer el ayuno y oración cuaresmales por todos los hermanos que sufren en Nicaragua, “para que pronto encuentren la paz que les ha sido arrebatada”.

“Elevemos nuestras plegarias al cielo por todos los mártires de nuestros tiempos, para que Dios les dé el consuelo y la fortaleza para continuar en su lucha”, explicó la arquidiócesis del cardenal Carlos Aguiar Retes a través de un editorial, en el que lamentó que esa Iglesia centroamericana esté siendo perseguida solo por cumplir su misión socio-caritativa y profética.

Citando al papa Francisco, apuntó: “Hoy hay más mártires que en los primeros tiempos de la Iglesia. Tantos hermanos nuestros que ofrecen su testimonio de Jesús y son perseguidos”.

Y es que -dijo- , si bien se puede encontrar ejemplo de esta persecución en todas partes del mundo, “es inevitable dirigir la mirada hacia nuestros hermanos en Nicaragua“.

Un obispo entregado a Dios

Cabe recordar que en las últimas semanas fueron desterrados de Nicaragua 222 presos políticos, a quienes les fue arrebatada su patria y su nacionalidad a cambio de su libertad. Entre ellos hay varios sacerdotes, periodistas y activistas de derechos humanos.

Luego de que se negó a subir al avión donde fueron llevados a Estados Unidos los presos políticos, el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, fue sentenciado a 26 años de prisión, acusado de “delito de conspiración”, “propagación de noticias falsas” y “desacato a la autoridad”.

“Monseñor Álvarez es un obispo entregado a Dios, muy querido por su comunidad y por el mismo papa Francisco, quien ha manifestado su tristeza a causa de la situación que ocurre en Nicaragua”, señala el texto.

“Estamos por comenzar la Cuaresma, un tiempo de preparación rumbo a la Pascua, y que tiene tres pilares fundamentales: la caridad, ayuno y abstinencia, y oración. Aprovechemos para dedicar tiempo a reflexionar sobre lo que ocurre más allá de lo que ven nuestros ojos, a ser empáticos con aquellas realidades fuera de nuestro entorno”, fue el llamado de la arquidiócesis de México a sus fieles.