Uno de los grandes atractivos de esta JMJ ha sido escuchar al Papa a pocos meses del Sínodo de los obispos de octubre
«Queremos que la Iglesia sea el mejor lugar para los jóvenes desde donde cambiar el mundo». Es el pensamiento de Mariano García, coordinador pastoral de una institución educativa y catequista en Argentina, y uno de los jóvenes participantes en el reciente Sínodo de los obispos. La marginación, la exclusión, la colonización cultural, el nuevo mundo digital, los migrantes, los abusos de todo tipo, la sexualidad, el culto exagerado al cuerpo, el desempleo, la discriminación de la mujer o las persecuciones religiosas son las temáticas que se abordaron en un Sínodo, y que han quedado plasmadas en un documento de 166 páginas a partir del cual se espera que el Papa redacte una exhortación apostólica, que algunos esperan para marzo.
Pero la aplicación del Sínodo ya ha empezado. «Desde ya tenemos que animar y acompañar al joven para que se sienta protagonista, y facilitar que pueda tener un lugar de decisión en su parroquia y en su diócesis», dice este líder juvenil argentino.
La presencia juvenil de América Latina en el Sínodo se completó con tres mujeres –una mexicana, una chilena y una venezolana–, dos varones –Panamá y Brasil–, además de un sacerdote peruano y otro colombiano, junto a un experto de Brasil.
Nadie se hospedó en hoteles, todos en instituciones de la iglesia, cuenta Mariano García. «Hay cinco casas en las cuales vivían los obispos, cardenales y auditores. Desayunábamos juntos y nos íbamos a la sala Pablo VI. El primero que nos recibía siempre era Francisco y se tomaba un tiempo para saludarnos uno a uno, nos preguntaba si habíamos descansadao y cada uno aprovechaba para decirle una palabra. En los descansos, el Papa se acercaba a compartir unos mates y a charlar otros temas –recuerda el joven argentino–. Escuchó a todos». También a los jóvenes auditores. «Nos colocó en el centro para rejuvenecer la Iglesia».
Más compromiso social y político
Con el documento final impreso, encuadernado y lleno de subrayados, Mariano García destaca la invitación del Papa a ser «una Iglesia en salida», sobre todo en lo referente al «compromiso social y político, y ahí se señalan las deficiencias, la falta de espacios en el interior de la Iglesia para formarse; es decir, para el ejercicio de la militancia con valores cristianos con el Evangelio y la doctrina social en la mano. Falta esa parte para nutrirse, comprender y animar a la tarea política de los jóvenes, pensando en los pobres y descartados del sistema».
A García le ha quedado también grabada la exposición del cardenal alemán Reinhard Marx, quien defendió más espacio para la mujer en la Iglesia. Le deja un sentimiento –compartido por otros, dice– de que habrá nuevos sínodos dedicados a la mujer y a los laicos, el pueblo de Dios.
Lucas Schaerer
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