Mañana se celebrará en el país la solemnidad de Nuestra Señora de Luján, patrona de la República Argentina, de la Gendarmería Nacional y de la Policía Federal Argentina. No obstante, en nuestra ciudad, la comunidad de la Parroquia de calle Bolivia 250 festejará de manera anticipada hoy, con la realización de la peregrinación que une Urquiza con Pergamino. La salida está programada para las 10:00 desde la Capilla de Urquiza. En tanto que a las 15:00 será la concentración de los peregrinos y los fieles que quieran acompañar a la llegada, en el Cruce de la ruta Nº 8 y avenida Yrigoyen, para iniciar la procesión hacia la Parroquia de calle Bolivia donde se desarrollará la celebración de la Eucaristía.

Mañana, Día de la Patrona de Argentina, a las 18:00 será la Adoración al Santísimo Sacramento, rezo del rosario y de la novena para luego, a las 19:00, celebrar misa en la que se pedirá a la Virgen por la Patria.

La devoción

A 60 kilómetros al oeste de Buenos Aires se halla la villa de Luján. En 1630 no había en aquel paraje ningún rastro de población y sólo era frecuentado por las caravanas de carretas y las rescuas de mulas tucumanas que bajaban o subían del puerto de Buenos Aires.

Sucedió que un portugués dueño de una estancia, a 40 leguas de la ciudad, trató de erigir en ella una modesta capilla dedicada a la Inmaculada Concepción de la Virgen. Para esto le pidió a un amigo de Brasil que le envíe una imagen pequeña de la Virgen bajo aquella advocación. Su amigo le envió dos imágenes en bulto: una que representaba a María en su Inmaculada Concepción y que hoy se venera en el santuario de Luján y otra que tenía en sus brazos al Niño Jesús y ahora es venerada en Sumampa.

Partió entonces de Buenos Aires el encargado de conducir las imágenes. En la tarde del tercer día se detuvo la caravana para pasar la noche y al día siguiente el conductor de las imágenes preparó los bueyes para proseguir el viaje pero éstos no se movían. Pragmáticamente, fueron vaciando y volviendo a cargar las carretas buscando un peso de carga que los animales aceptaran para moverse. En ese trajín advirtieron que los bueyes solo arrancaban cuando la pequeña imagen no era parte de la carga. Viendo que la imagen se quería quedar en aquel lugar, decidieron que permaneciera en la cañada y la entregaron al dueño de esas tierras. La fama del prodigio corrió hasta Buenos Aires y no faltaron quienes emprendieron un viaje a Luján para contemplar la imagen.