"No hay justicia social que pueda cimentarse en la inequidad, que supone la concentración de la riqueza", señaló el papa Francisco durante un encuentro virtual con jueces de América y África.
Al inaugurar hoy una conferencia internacional virtual de los Comités Panamericano y Panafricano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana, el papa Francisco recordó que para la doctrina social de la Iglesia el derecho a la propiedad privada no es absoluto ni intocable, sino que tiene una función social.
"Cuando resolviendo en el derecho, damos a los pobres las cosas indispensables, no les damos nuestras cosas, ni la de terceros, sino que les devolvemos lo que es suyo. Hemos perdido muchas veces esta idea de devolver lo que les pertenece", dijo, en un videomensaje divulgado por el Vaticano. "Construyamos la nueva justicia social asumiendo que la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto e intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó siempre la función social de cualquiera de sus formas", agregó.
"El derecho de propiedad es un derecho natural secundario derivado del derecho que tienen todos, nacido del destino universal de los bienes creados. No hay justicia social que pueda cimentarse en la inequidad, que supone la concentración de la riqueza", subrayó, al inaugurar una conferencia virtual sobre "La construcción de la nueva justicia social; hacia la plena vigencia de los derechos fundamentales de las personas en condiciones de vulnerabilidad".
El Papa, que en su última encíclica, Fratelli Tutti, sobre la fraternidad y la amistad social, también evocó este concepto de la función social de la propiedad privada, en el videomensaje reflexionó sobre las cinco bases sobre las que para él debería construirse la justicia social.
Las cinco bases de la justicia social, según el Papa
La primera, destacó, tiene que ver con la realidad: "Las ideas sobre las que seguramente ustedes trabajarán, no debieran perder de vista el angustiante cuadro en el que una pequeña parte de la humanidad vive en la opulencia, mientras que a una cantidad cada vez más numerosa le es desconocida dignidad y son ignorados o violados sus derechos más elementales. No podemos pensar desconectados de la realidad. Y esta es una realidad que deben tener presente", indicó.
La segunda remite a las formas en que se gesta la justicia: "Pienso en una obra colectiva, en una obra de conjunto, en donde todos y todas las personas bienintencionadas desafían la utopía y asumen que, así como el bien y el amor, lo justo es una tarea que ha de conquistarse todos los días, porque el desbalance es una tentación de cada minuto. Por eso cada día es una conquista", explicó.
Vinculó la tercera base a la actitud de compromiso, siguiendo la senda del Buen Samaritano: es decir, a la idea de que hay que hacerse "cargo del dolor del otro y no resbalar hacia una cultura de la indiferencia". La cuarta, a la idea de "la historia como eje conductor". Y la quinta, al pueblo: "Es muy difícil poder construir la justicia social sin basarnos en el pueblo. O sea, la historia nos lleva al pueblo, los pueblos. Será una tarea mucho más fácil si incorporamos el deseo gratuito, puro y simple de querer ser pueblo, sin pretender ser elite ilustrada, sino pueblo, siendo constantes e incansables en la labor de incluir, integrar y levantar al caído. El pueblo es la quinta base para construir la justicia social. Y, desde el Evangelio, lo que a nosotros creyentes Dios nos pide es ser pueblo de Dios, no elite de Dios. Porque los que van por el camino de la 'elite de Dios', terminan en los tan consabidos clericalismos elitistas que, por ahí, trabajan para el pueblo, pero nada con el pueblo, sin sentirse pueblo", advirtió.
Techo, tierra y trabajo
Recordó luego la importancia de ser solidarios y justos. "Solidarios al luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda. Techo, tierra y trabajo, las tres "T" que nos ungen dignos", destacó. "Luchando, en suma, contra quienes niegan los derechos sociales y laborales. Luchando contra esa cultura que lleva a usar a los demás, a esclavizar a los demás, y termina en quitar la dignidad de los demás. No olviden que la solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia", exhortó. Fue en este contexto que, enseguida después, recordó que la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto ni intocable el derecho a la propiedad privada.
El juez argentino Roberto Andrés Gallardo,presidente del Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana y juez de primera instancia en lo contencioso administrativo y tributario de la ciudad de Buenos Aires, fue uno de los organizadores de la conferencia virtual, que dura dos días y culminará mañana.
Después del arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia de Ciencias del Vaticano, que también participa, Gallardo fue uno de los oradores del encuentro, en el que también expone el exjuez de la Corte Suprema, Raúl Zaffaroni, miembro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, quien recientemente criticó al gobierno bonaerense por el desalojo del predio tomado en Guernica.
Participan también representantes de Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Jamaica, Marruecos, México, Perú, Uruguay y Venezuela.
Como en otra oportunidad, en la Casina Pío IV, en el Vaticano, el Papa llamó a todos los jueces que asisten al encuentro "poetas", como los Movimientos Sociales. "Deseo retomar esa idea. El poeta necesita contemplar, pensar, entender la música de la realidad y plasmarla con palabras. Ustedes en cada decisión, en cada sentencia, están frente a la feliz posibilidad de hacer poesía: una poesía que cure las heridas de los pobres, que integre el planeta, que proteja a la madre tierra y toda su descendencia. Una poesía que repare, redima, nutra", les dijo. Les recordó, finalmente, que "ninguna sentencia puede ser justa, ni ninguna ley legítima si lo que producen es más desigualdad, si lo que producen es más pérdida de derechos, indignidad o violencia".
Por: Elisabetta Piqué
Comentá la nota