"Vivimos esta Cuaresma, especialmente en el Jubileo, como un tiempo de sanación. Yo también lo estoy viviendo así, en mi alma y en mi cuerpo", escribió el Papa Francisco en el texto preparado para el Ángelus del IV Domingo de Cuaresma.

El Santo Padre subraya allí que "la fragilidad y la enfermedad son experiencias que nos unen a todos; pero más aún somos hermanos en la salvación que Cristo nos ha donado". 

Comentando el Evangelio del Hijo Pródigo, el pontífice observa que Jesús "revela el corazón de Dios: siempre misericordioso con todos; cura nuestras heridas para que podamos amarnos como hermanos". 

Dios es siempre misericordioso con todos

En el texto del Ángelus preparado por el Santo Padre, se evidencia la actitud de los fariseos ante la cercanía de Jesús hacia los pecadores.

"Jesús se da cuenta de que los fariseos, en lugar de alegrarse porque se acercan a Él los pecadores, se escandalizan y murmuran a sus espaldas. Entonces, Jesús les habla de un padre que tiene dos hijos: uno se va de casa, pero luego, habiendo quedado en la miseria, regresa y es acogido con alegría; el otro, el hijo 'obediente', indignado con su padre, no quiere entrar en la fiesta. Así, Jesús revela el corazón de Dios: siempre misericordioso con todos; Él sana nuestras heridas para que podamos amarnos como hermanos".

Vivamos esta Cuaresma como un tiempo de sanación

A partir de esta revelación de Dios misericordioso con todos, el Papa Francisco invita a vivir esta Cuaresma, especialmente en el marco del Jubileo, como un tiempo de sanación. Y, desde la experiencia personal que está viviendo en su alma y en su cuerpo, señala que Dios sana nuestras heridas.

De ahí el agradecimiento "a todos aquellos que, a imagen del Salvador, son instrumentos de curación para los demás con su palabra y con su conocimiento, con el afecto y con la oración". 

"La fragilidad y la enfermedad son experiencias que nos unen a todos; con mayor razón, sin embargo, somos hermanos en la salvación que Cristo nos ha donado", expresa Francisco.+