En el Ángelus: El don de encontrar la grandeza en la pequeñez

En el Ángelus: El don de encontrar la grandeza en la pequeñez

En la fiesta de la Epifanía del Señor, el Papa exhortó a buscar a Jesús procediendo como los Reyes Magos, que supieron distinguir "la meta de la vida respecto de las tentaciones".

El papa Francisco, tras la misa presidida en la Basílica de San Pedro en la solemnidad de la Epifanía, recordó en el Ángelus  que los Reyes Magos son conocidos "por los dones que dieron". Pero que, antes que nada, “reciben tres regalos que también nos conciernen a nosotros”.

La llamada

El primer don, subrayó el pontífice en sus palabras previas al rezo del Ángelus, desde la ventana del Palacio apostólico, es la llamada. Los Reyes Magos, explicó Francisco, no la advirtieron “por haber leído las Escrituras o haber tenido una visión de ángeles, sino mientras estudiaban las estrellas". Y partieron "hacia lo que no sabían".

"Cultos y sabios, les fascinaba más lo que no sabían que lo que sí sabían. Se sintieron llamados a ir más allá. Esto también es importante para nosotros: estamos llamados a no estar satisfechos, a buscar al Señor saliendo de nuestra zona de confort, caminando hacia Él con los demás, sumergiéndonos en la realidad. Porque Dios llama todos los días, aquí y hoy, en nuestro mundo", agregó.

Discernimiento

El segundo don que reciben los Reyes Magos es el discernimiento. El pontífice subrayó que "no se dejan engañar por Herodes" y saben distinguir "entre el destino del camino y las tentaciones que encuentran en él".

"¡Qué importante es saber distinguir la meta de la vida de las tentaciones del camino! ¡Saber renunciar a lo que seduce, pero conduce por mal camino, para comprender y elegir los caminos de Dios! El discernimiento es un gran don, y no hay que cansarse nunca de pedirlo en la oración. ¡Pedimos esta gracia!", exclamó Francisco.

La sorpresa

Los Reyes Magos, observó el Papa, nos hablan de un tercer don: la sorpresa. Tras un largo viaje encuentran "un niño con su madre", una "escena tierna", pero "no sorprendente".

"Acogen la sorpresa de Dios y viven con asombro el encuentro con Él, adorándolo: en la pequeñez reconocen el rostro de Dios. Humanamente todos estamos inclinados a buscar la grandeza, pero es un don saber encontrarla verdaderamente: Él ama mucho. Porque el Señor se encuentra así: en la humildad, en el silencio, en la adoración, en los pequeños y en los pobres", amplió.

La llamada, el discernimiento, la sorpresa. “Hoy sería lindo -concluye el Papa- recordar estos dones, que ya recibimos. Pensar cuándo sentimos una llamada de Dios en nuestra vida; o cuándo, quizás después de tanto esfuerzo, logramos discernir su voz; o también, en una inolvidable sorpresa que Él nos dio, asombrándonos”.

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