Fue un año complicado, con críticas de sus propios cardenales incluidas, pero el Papa avanzó con su agenda de “no violencia activa” y la defensa de pobres y refugiados.
Desde Roma
Ser acusado por cuatro de sus propios cardenales prácticamente de difundir herejías o por católicos conservadores de ser comunista a causa de algunas de sus declaraciones, o de no haber hecho nada en realidad contra los abusos sexuales, ha hecho del 2016 un año complicado para el papa Francisco, quien sin embargo avanzó con sus encuentros, proyectos, discursos y plegarias en favor de la paz en el mundo y de los pobres, inmigrantes y refugiados.
El teólogo brasileño Leonardo Boff, ex franciscano y uno de los creadores de la Teología de la Liberación –y que por eso fue condenado al silencio por el Vaticano en épocas de Juan Pablo II– dijo de Francisco en una entrevista con el diario alemán Kölner Stadt-Anzeiger: “Ha trasformado la Teología de la Liberación en un patrimonio de la Iglesia” al escuchar “el grito de los pobres de todo el mundo”.
Desde el otro extremo del arco político el diario estadounidense The Wall Street Journal, ha llegado a decir que el Papa podría transformarse en un líder de la izquierda mundial. “Con las fuerzas conservadores en ascenso en muchos lugares, y con la salida de figuras como los presidentes Barack Obama de Estados Unidos, y François Hollande de Francia, muchos en la izquierda, desde socialistas en América Latina hasta ambientalistas en Europa, están mirando al pontífice de 80 años en busca de un liderazgo”, escribió el corresponsal en el Vaticano, Francis Rocca.
Tal vez las críticas que más sorprendieron fueron las de cuatro cardenales, todos del área conservadora de la Iglesia, que le han pedido explicaciones por algunas de las afirmaciones contenidas en la exhortación apostólica Amoris laetitia (“La alegría del amor”), publicada en abril pasado, un documento que intenta abrir nuevos caminos para los divorciados católicos. Según trascendidos, el Papa también recibió una carta de los obispos argentinos planteando preguntas sobre este tema. Los cardenales le escribieron al papa en septiembre y, al parecer, como en dos meses no les contestó, tomaron una decisión sin precedentes y la hicieron pública. Se trata de los cardenales alemanes Walter Brandmüller y Joachim Meisner, el estadounidense Raymond Burke y el italiano Carlo Caffarra. Acusan al papa de causar confusión en temas importantes de la doctrina católica. La exhortación apostólica habla entre otras cosas de la necesidad de una mirada compasiva de las “familias heridas” o divididas, y exhorta a los sacerdotes a tratar con compasión a los católicos divorciados y vueltos a casar, alegando que “nadie puede ser condenado para siempre”. Este concepto fue uno de los que desencadenó las protestas de los conservadores porque además abría la posibilidad para los divorciados de recibir la comunión, cosa que la Iglesia había negado hasta ahora.
“Uno puede criticar al Papa, puede tener una discusión con él. Es lo que he hecho yo a menudo. Pero que los cardenales acusen públicamente al papa de difundir errores teólogicos o herejías, es demasiado. Es una agresión que el papa no puede consentir. El Papa no puede ser juzgado, esto es lo que nos enseña la Iglesia”, comentó Boff. “El cardenal Burke es el Donald Trump de la Iglesia”, agregó.
Otra polémica se desató a propósito de la referencia al aborto que hizo el Papa en su carta “Misericordia y Miseria”, dirigida a los fieles al concluir el Jubileo de la Misericordia comenzado el año pasado. “El papa no ha bajado de categoría a este gravísimo pecado sino que subrayó la importancia de acoger la constricción y el arrepentimiento de quien quiere confesarlo”, explicó en Radio Vaticana el teólogo franciscano Paolo Benanti.
Las críticas de los cardenales y de algunos grupos religiosos en general, han sido interpretadas por otro lado no sólo como una protesta por cambios en algunas cuestiones doctrinarias tradicionales, sino también por todos las reformas que el papa Francisco está intentando llevar adelante, desde su apertura hacia los homosexuales y al diaconado femenino hasta su insistencia permanente en la necesidad de ayudar a pobres y prófugos, como a las modificaciones dentro del Vaticano, por ejemplo el banco vaticano IOR y la creación de una comisión que se ocupa de los abusos sexuales de menores.
Sobre este último punto, algunos acusan al papado de Francisco de no haber hecho nada para evitar los abusos. Una comisión fue creada en 2014, no para resolver casos específicos –ya existía una comisión para eso–, sino para buscar una forma institucional de proteger a los menores. Pero ha incitado a los obispos a denunciar a las autoridades judiciales locales, los casos que se detecten y los obispos saben ahora que arriesgan su puesto si no denuncian a los responsables. En los últimos años han sido expulsados de la Iglesia por este motivo unos 880 sacerdotes, según publicó la prensa italiana. El caso del Instituto Antonio Provolo de Mendoza para niños sordomudos y sordos fue una de las piedras del escándalo este año porque allí hubo más de 20 casos de abusos sexuales. Cinco personas fueron arrestadas en noviembre pasado por las autoridades argentinas. Uno de éstos, el sacerdote Nicola Corradi, había trabajado en el instituto del mismo nombre existente en la ciudad italiana de Verona donde fueron acusados numerosos sacerdotes por abusos sexuales.
En la bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo) tradicional del 25 de diciembre, el papa Francisco volvió sobre sus temas preferidos, pidiendo la paz y la reconciliación en general y refiriéndose en particular a 14 países del mundo en difíciles situaciones, Siria, Irak, Libia, Colombia, Venezuela, Nigeria, Israel y Palestina, entre otros. A la paz había destinado también un encuentro multirreligioso realizado en septiembre en la ciudad de Asis, pueblo natal de San Francisco, el santo por el cual el papa eligió su nombre de pontífice. “Es hora de que las armas callen definitivamente y la comunidad internacional se comprometa activamente para que se logre una solución negociable”, dijo en la bendición Urbi et Orbi refiriéndose a Siria. Pero también recordó a migrantes, refugiados, a los heridos y familiares de víctimas del terrorismo y a quienes son dañados por la inestabilidad económica causada por el “dios dinero”. El papa hizo una mención especial de las víctimas del terrorismo que este año ha golpeado a Europa particularmente. “Paz a los que han perdido a un ser querido debido a viles actos de terrorismo que han sembrado miedo y muerte en el corazón de tantos países y ciudades”, dijo.
El caso de Colombia preocupa particularmente a Francisco. Y también Venezuela donde el Vaticano ha enviado al arzobispo Claudio María Celli para ver si puede mediar entre el presidente Maduro y la oposición. Hace 10 días Francisco promovió en el Vaticano una reunión sorpresiva con el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y su antecesor, Álvaro Uribe, principal opositor al primer acuerdo de paz que se firmó con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Sin embargo, según trascendió luego del encuentro, no logró que los líderes se manifestaran dispuestos a limar sus diferencias.
A diferencia de Juan Pablo II que hizo decenas de viajes por todo el mundo pero que al Vaticano lo dejó prácticamente como lo encontró, Francisco es más bien medido con sus visitas al exterior. Este año sin embargo hizo seis viajes, a México, la isla griega de Lesbos –donde han llegado miles de prófugos por el Mediterráneo desde Siria y de donde él se llevó 12 refugiados sirios al Vaticano–, Armenia, Polonia para la Jornada Mundial de la Juventud, Georgia y Azerbaijan y Suecia. El viaje a México, el tercero de un pontífice a ese país, tuvo una parada no programada y anunciada casi a último momento en La Habana, donde Francisco se encontró por primera vez con el patriarca ortodoxo de Moscú Cirilo I, máxima autoridad de esa Iglesia. En México, sus preocupaciones fundamentales fueron los migrantes, el tráfico de drogas y los feminicidios a los que hizo referencia en sus mensajes y visitando ciudades simbólicas.
En diciembre, Francisco Concluyó el Jubileo de la Misericordia que había comenzado un año atrás. Según cifras oficiales de la Santa Sede, las personas que asistieron a las ceremonias celebradas por el papa durante el año fueron casi 4 millones pero los que visitaron Roma por el jubileo en general superan ampliamente esa cantidad. Algunos medios de prensa italianos hablaron de más de 10 millones. Las canonizaciones, especialmente de Madre Teresa de Calcuta convocaron a Roma miles de fieles. Tambien la del cura Brochero por la que visitaron la capital italiana unos 2000 argentinos.
En ocasión del 50 aniversario de la Jornada Mundial de la Paz que se celebró ayer, el papa Francisco dedicó su tradicional mensaje a “La no violencia: estilo de una política para la paz”. El mensaje fue firmado como es tradición, el 8 de diciembre por el papa, pero resultó ser especialmente válido al ser recordado ayer, el mismo día en el que el terrorismo cumplía un ataque más, esta vez en Estambul, que costó la vida a 39 personas. En un mundo dividido en el que se combate “la tercera guerra mundial por partes” que “la caridad y la no violencia guíen el modo de tratarnos en las relaciones interpersonales, sociales e internacionales”, escribió Francisco. “La violencia no es la solución para nuestro mundo fragmentado. Responder con violencia a la violencia lleva, en el mejor de los casos, a la emigración forzada y a un enorme sufrimiento, ya que las grandes cantidades de recursos que se destinan a fines militares son sustraídas de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las familias en dificultad, de los ancianos, de los enfermos, de la gran mayoría de los habitantes del mundo”, agregó, recordando además que “la no violencia practicada con decisión y coherencia ha producido resultados impresionantes” como los de Madre Teresa de Calcuta o Mahatma Ghandi en la India y Martin Luther King en la lucha antiracial en Estados Unidos. “La no violencia activa es una manera de mostrar verdaderamente cómo, de verdad, la unidad es más importante y fecunda que el conflicto”, concluyó.
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