La conmoción por el asesinato del Alcalde de Gdansk (Polonia) durante un recital a beneficio de niños pobres llegó al Vaticano. Hace dos años, el Papa Francisco le escribió una carta a este político de centro-derecha que fue miembro del sindicato Solidaridad por su compromiso por los migrantes, exponiéndole su intención de crear una red de alcaldes
Pawel Adamowicz, padre de dos hijas, fue asesinado a los 53 años en pleno escenario de un recital a beneficio de niños pobres. El cruel ataque, a manos de un ex convicto psiquiátrico, dejó pasmado a los ciudadanos de Gdansk, la ciudad que gobernó durante 20 años, y a toda Polonia, pero el dolor llegó hasta la Santa Sede, con la que Adamowicz mantenía estrechas relaciones. Igual que el movimiento Solidaridad del que formó parte cuando era estudiante de Derecho.
«Querido hermano alcalde», comenzaba una carta del Papa Francisco dirigida a Pawel en diciembre de 2016 tras el primer coloquio organizado en el Vaticano sobre la crisis humanitaria de los refugiados. «Me gustaría agradecerle por participar en la Cumbre organizada por la Academia Pontificia de las Ciencias en mi casa, como respuesta a mi iniciativa. Seguí de cerca los procedimientos de ambos días y soy consciente de su notable éxito. Quería respetar la libertad de todos y cada uno. Me gustaría sugerir la creación de una red de alcaldes. Soy consciente de tus iniciativas, tus luchas personales y tu sufrimiento. Por lo tanto, expreso mi admiración y gratitud por todo lo que hace con inteligencia y coraje para nuestros hermanos y hermanas refugiados. Mi hogar siempre estará abierto para ti y para esta nueva red. Le pido al señor que nunca te abandone, especialmente en este momento difícil, y te acompaño con aprecio y afecto. No olvides orar por mí o, si no lo haces, por favor, piénsalo bien y deséame lo mejor».
Tres días después de finaliza el coloquio, el 13 de diciembre de 2016, Adamowicz recibió en su oficina la carta del Papa que lleva su firma de puño y letra, en color negro y con la pequeña letra por encima del sello de la secretaria privada de su Santidad.
Antiguo activista de Solidarnosc y gran admirador de Francisco
Sin titubeos monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Academia de Ciencias del Vaticano, aseveró a Alfa y Omega que «Pawel murió por defender la justicia. Él fue un gran defensor de los migrantes contra viento y marea, como un admirador del Papa Francisco».
Sánchez Soro es uno de los miembros de la curia romana que mejor conocen Polonia, y sobre todo Gdansk, la ciudad portuaria a orilla del mar Báltico, Gdanks, porque fue allí donde nació el movimiento sindical y luego político Solidaridad, que encabezó Lech Walesa en los Astilleros Lenin para enfrentar al dominio de la URSS de Joseph Stalin.
En la basílica de Santa María el 21 de enero despidieron al alcalde asesinado 4.500 personas, mientras en la calle unos 40 mil polacos lo lloraban. A la ceremonia asistieron desde el presidente de Polonia, Andrzej Duda, al presidente del concejo europeo, Donald Tusk, o el premio nobel de la Paz Lech Walesa, amigo de Juan Pablo II. Todos ellos escucharon al cardenal de Varsovia, la ciudad de Polonia, quien expresó la esperanza de que la muerte del alcalde «sea también una llamada a un examen de conciencia, especialmente en lo que se refiere al amor fraterno y a las actividades sociales de los políticos, de los operadores de los medios de comunicación, pero también de la Iglesia».
Pawel Adamowicz se hizo conocido como coorganizador de las huelgas de 1988 en la Universidad de Derecho y líder del comité de huelga. Luego se sumó a Solidaridad. En 1998 se convirtió en alcalde y el 10 de noviembre de 2002 fue reelegido con un 72 % de los votos en la segunda vuelta, siendo reelegido en primera vuelta en 2006, 2010 y 2014.
En las elecciones locales de 2018 venció de nuevo, esta vez en segunda vuelta. Era miembro del partido opositor, la fuerza liberal de centro derecha Plataforma Ciudadana.
«Abriste brechas para frenar el odio»
Como sucede en el resto de Europa, las discusiones políticas en Polonia han subido de tono, en un momento de creciente tensión social y violencia verbal. Su amigo con responsabilidad en el Consejo Europeo dijo en la Basílica: «Querido padre quiero prometerte hoy en nombre de todos nosotros ciudadanos de Gdanks, Polonia y Europa, que por todos ustedes defenderemos nuestra Gdanks, Polonia y Europa, contra el odio y el desprecio, se lo prometemos, adiós padre».
Antes de dejar las cenizas enterradas en la Basílica Santa María, Magdalena, su esposa, lo despidió diciendo: «Abriste brechas para frenar el odio, tu pensamiento nos da fuerza, algo que es muy necesario ahora que vienen años difíciles».
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