Por qué ahora Milei no quiere que Francisco visita la Argentina

Por qué ahora Milei no quiere que Francisco visita la Argentina

El mandatario llegó a la conclusión de que la eventual venida de Bergoglio durante el año electoral podría impactar negativamente en las chances de su fuerza política en las legislativas. Teme que el pontífice no sea imparcial en sus discursos.

Sergio Rubin

Como en las largas miniseries de las plataformas que tratan de mantener el interés con golpes de efecto, en la también extensa “novela” del viaje del Papa Francisco a la Argentina acaba de comenzar un nuevo capítulo con un giro sorprendente: Javier Milei, que tenía como uno de sus grandes objetivos ser el presidente argentino que reciba al primer pontífice argentino, perdió el interés en que Francisco bese suelo patrio.

En sus cercanías afirman que Milei llegó a la conclusión de que la eventual venida del jefe de la Iglesia católica el próximo año, que será electoral, podría impactar negativamente en las chances de su fuerza política porque cree que no sería imparcial en sus discursos a partir de sus diferencias en cuestiones como la justicia social, el papel del Estado y el cambio climático, y porque objetaría su estilo confrontativo.

Luego de los pedidos de disculpas del libertario durante la campaña por sus descalificaciones e insultos al pontífice, precisamente por sus posiciones económicas y sociales -que Francisco replicó sin nombrarlo con filosas comparaciones- y del abrazo y la prolongada reunión mantuvieron con él en febrero en el Vaticano, el vínculo pareció ingresar en una etapa de normalidad, signada por el respeto y la cordialidad.

Milei llegó a exagerar y decir que tenía un contacto fluido y descontracturado con el Papa, a la vez que señalaba que la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, mantenía permanente informado al pontífice de la ayuda social que el gobierno brinda y que -a diferencia de otras áreas- no sufrió recortes presupuestarios, una cuestión que desde siempre preocupa particularmente a Jorge Bergoglio.

Paralelamente, no faltaron reivindicaciones de Francisco a la justicia social y al rol del Estado en mensajes que envió con motivo de coloquios en el país, pero ni el presidente, ni sus principales colaboradores, le respondieron, mientras el vocero presidencial, Manuel Adorni, decía que el gobierno respetaba las opiniones del Papa, más allá de que algunas no las compartía.

Como tampoco nada dijo Milei ni sus ministros cuando en septiembre, con ocasión de un encuentro mundial de los movimientos sociales en el Vaticano que contó con la presencia de Juan Grabois, Francisco pronunció su -hasta ahora- crítica más severa, al señalar que el gobierno “en vez de pagar la justicia social usó el costoso gas pimienta” en una protesta.

A partir de entonces Milei habría empezado a perder el interés en la visita papal, que llegó a ser aversión luego de que el nuevo presidente del Episcopado, el arzobispo Marcelo Colombo, declaró que el año electoral dejó de ser para el Papa un obstáculo para venir porque ahora considera que ningún espacio político va a querer sacar ventaja de su presencia.

La señal más fuerte del cambio de actitud de Milei se produjo en la última semana cuando el canciller Gerardo Werthein no asistió al acto en el Vaticano con motivo de cumplirse 40 años de la firma del Tratado de Paz y Amistad con Chile tras una ardua mediación de cinco años de Juan Pablo II ante el conflicto limítrofe en la zona austral.

El propio Werthein explicó durante una entrevista a TN que su ausencia se debió a un pedido de Milei luego de las diferencias que tuvo con su par chileno, Gabriel Boric, a la hora de los discursos en la reciente cumbre del G-20, en Brasil, acerca cuestiones como la economía, las políticas de género y el cambio climático.

Mientras Chile envió a la conmemoración -propuesta hace meses por ambos países, no por el Vaticano- a su canciller, Alberto van Klaveren, encabezando una delegación que incluyó al presidente del Senado, la Argentina tuvo una representación de menor nivel con el embajador ante la Santa Sede, Luis Beltramino, al frente.

En la ocasión, el Papa mostró su malestar por el faltazo del canciller de un modo indirecto: recordando que cuando se conmemoraron los 25 años del tratado fueron al Vaticano las entonces presidentas de Chile, Michelle Bachelet, y de la Argentina, Cristina Kirchner, mención esta última que habría irritado aún más a Milei.

Muchos observadores políticos especulan que Milei -fuertemente alineado con Israel- también se habría molestado con Francisco por decir días pasados que la Corte Internacional Penal debería investigar, a partir de lo que dicen expertos, si en Gaza se está cometiendo un genocidio con la ofensiva del ejército israelí.

Algo es seguro: si bien por ahora el gobierno demora el traslado de la sede de la embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, el día que efectivamente Milei concrete su propósito deberá esperar una crítica del Vaticano, que promueve hace décadas un status especial para una ciudad también reivindicada por los palestinos, y santa para judíos, cristianos y musulmanes.

Curiosamente, ningún representante del gobierno argentino estuvo tampoco la semana pasada en la presentación de la exhibición que organizó en Roma la Santa Sede de “Crucifixión Blanca”, el cuadro de Marc Chagall, la pintura referida del Papa -tiene una reproducción colgada en su cuarto- que evoca el origen judío de Jesús y la persecución del pueblo de Israel.

Más allá de la presunta actitud de Milei, una fuente vaticana ratificó de modo categórico que el Papa mantiene su deseo de visitar la Argentina, luego de que hacia el final de la semana el dirigente peronista Julio Bárbaro declaró haber estado hace poco con el Papa y que este le dijo que “no hay razón en este momento” para venir al país.

“El Papa tiene la misma razón de siempre, además del mismo entusiasmo, de viajar a la Argentina y Uruguay para confirmar a los católicos en la fe y transmitir el mensaje de unidad y esperanza que constituye el eje del Año Jubilar que la Iglesia celebrará en 2025, y la fecha de su venida la decidirá él”, dijo la alta fuente vaticana.

De todas maneras, Bárbaro interpretó que el Papa “guarda su vuelta al país para un momento en el cual tenga un mayor sentido de unidad nacional” porque “apuesta a un encuentro entre los argentinos”, pero señaló que Francisco “no se ve como el motivador de eso hoy dado que estamos muy lejos de vivir en ese clima”.

Por lo demás, opinó que la visita que le hizo Milei y luego la vicepresidenta “le permitieron a Francisco salir de la jaula (partidaria) en la que se lo quiere involucrar”, y tras considerar “ridícula la preconización” del Papa, dijo que este terminó disgustado con Cristina por el uso político que ella hizo del vínculo.

Finalmente, Bárbaro insistió en que Francisco “está esperando el momento” para venir y que “tiene la vitalidad y la energía” para concretarlo. ¿Cómo jugaría, en tal caso, el cambio de actitud de Milei? ¿Influiría en su decisión? ¿De qué modo? ¿A favor o en contra?

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