Se hablará de la crisis, la deuda y la lucha contra el hambre. Las diferencias sobre el aborto y un cierre al tema de la embajada.
El presidente Alberto Fernández se encontrará con el Papa Francisco en el Vaticano el próximo 31 de enero. Será para un diálogo personal y con agenda abierta, pero que tendrá como centro la realidad argentina y la continuidad de la colaboración entre la Iglesia Católica y el gobierno nacional para salir de la crisis que atraviesa el país. Este tema incluye varios capítulos que van, desde el más crucial y estratégico del respaldo vaticano a las negociaciones que Argentina debe encarar para refinanciar su deuda externa, hasta la muy concreta y directa participación de la Iglesia en las políticas sociales, en particular en el “Plan Argentina contra al Hambre”. También las diferencias sobre el aborto.
El viaje del Presidente hasta Roma es una manifestación muy concreta de la intención que tiene Alberto Fernández de mantener él mismo, en forma directa y personal, la relación con el Papa argentino, sin mediación de instancias formales y protocolares de ningún tipo. El Presidente y el Papa se conocen y ya tuvieron una entrevista el año anterior, en ese momento acompañados por otros dirigentes políticos latinoamericanos. Pero según confían fuentes cercanas a ambos, antes y después de la asunción de Fernández hubo varios diálogos telefónicos entre Francisco y el Presidente. También intercambios de mensajes vía correo electrónico.
“El Papa tiene una responsabilidad universal, pero nunca ha dejado de pensar en la Argentina y sigue de cerca todo lo que aquí sucede”, aseguró al respecto un obispo argentino que ocupa lugares de mucha responsabilidad en la Conferencia Episcopal. La misma persona afirmó que Francisco “hará todo lo que esté a su alcance si se trata de ayudar al país”. En estos días se encuentra en Roma el Presidente del Episcopado, Oscar Ojea (obispo de San Isidro), quien se reunirá con el Papa.
Por su parte Alberto Fernández tiene plena conciencia de la importancia de sumar aliados en el escenario internacional y, en ese sentido, el Papa es un actor de primer nivel por su prestigio y por su peso simbólico.
El encuentro también servirá para despejar algunas brumas que se plantearon en la relación entre el Gobierno y la Iglesia en torno a la posible designación del embajador Luis Bellando como representante argentino ante la Santa Sede. El trascendido respecto del nombre de Bellando surgió del Gobierno y de la misma manera en que se instaló a través de los medios su nombre fue descartado como resultado de discrepancias en las filas oficiales y en virtud de objeciones que la postulación recibió de parte de sectores de la diplomacia argentina. En la Iglesia generó malestar que se haya pretendido atribuir a la Nunciatura una presunta impugnación al nombre de Bellando arguyendo, según se dijo, su condición de divorciado en un primer matrimonio. “No existió tal cosa, porque ni siquiera se llegó a considerar el tema” afirman fuentes eclesiásticas cercanas a la cuestión.
Ahora se menciona con insistencia a María del Carmen Squeff, una diplomática de carrera, para la representación argentina en la Santa Sede. Squeff ocupó diferentes destinos y por decisión de la entonces presidenta Cristina Fernández, fue embajadora ante Francia desde febrero de 2014 hasta principios de 2016 cuando fue relevada por Mauricio Macri.
Aún no se conoce una definición sobre quien será la persona que represente a la Argentina ante el Vaticano y circulan también otros nombres. Pero sobre el particular quedan claros por lo menos dos temas. Es verdad que el Papa pidió que el embajador o la embajadora argentina ante la Santa Sede sea “diplomático de carrera”. Si la relación entre Argentina y el Vaticano será directa entre Bergoglio y Alberto Fernández, la tarea de la embajada será formal y profesional. El segundo asunto es que aún cuando no se conozca esta semana el nombre de la persona designada en la embajada argentina en el Vaticano, durante el encuentro en la Biblioteca Pontificia entre Francisco y Alberto Fernández no se hablará sobre el embajador. No es un tema de agenda para ese diálogo, ni es el ámbito ni la ocasión para consultas de ese tipo.
Fernández le pedirá al Papa respaldo en las negociaciones que ya están en marcha para la refinanciación de la deuda externa. Pocos días después, y bajo el “paraguas” de la Academia Pontificia de Ciencias y con la excusa de un seminario, el Vaticano habilitará un encuentro entre la Directora del FMI, Kristalina Georgieva, y el Ministro de Economía, Martín Guzman. El anfitrión será el cardenal argentino Marcelo Sánchez Sorondo, un hombre muy vinculado con el Secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, Gustavo Beliz, también invitado para la ocasión. Del mismo evento participará el cardenal hondureño Oscar Rodriguez Maradiaga, miembro del equipo de cardenales nombrado por el Papa para asesorarlo, pero también uno de los integrantes de la curia romana que más ha estudiado y discutido el tema de la deuda externa en Naciones Unidas y con los organismos de crédito internacionales.
Bergoglio lo recibirá a Fernández con su propia agenda. Francisco insistirá ante el Presidente en su posición contraria a la legalización del aborto. Para el Papa se trata de una cuestión irrenunciable. Se lo dirá a Alberto Fernández, de la misma manera que le insistió a los obispos argentinos para que no dejen de manifestar la posición de la Iglesia sobre el tema. No se dejará de dialogar por ello, pero tampoco habrá concesiones; de ninguna de las partes.
Comentá la nota