Extraído de Libro “El fruto de las palabras Inspiradas”, del Shaij al-Alawi.
Un hombre devoto llamado Hammâm fue a ver a Hz. Ali (r.a.a) y le pidió que le hiciera una descripción de cómo es el auténtico estado de los íntimos de Allâh, de forma tan real como si estuviese presente.
Así lo describió:
“La verdad es su forma de hablar, la discreción su forma de vestir y la humildad su forma de comportarse. Bajan la mirada ante todo lo que ALLAH ha prohibido y prestan atención a cualquier enseñanza provechosa. Permanecen impasibles ante la prueba y el bienestar. Si no fuera porque ALLAH ha decretado un término a su vida, su espíritu no reposaría en su cuerpo ni el parpadeo de sus ojos, anhelante de su regreso a su Señor. El Creador infunde a su alma la visión de Su Inmensidad y empequeñece a sus ojos cualquier otra cosa. Sus corazones están afligidos aunque su mal este conjurado. Sus cuerpos están enflaquecidos, sus necesidades son mínimas y sus almas ligeras”.
“Han renunciado a disfrutar del breve paso de sus días y aguardan la llegada del descanso definitivo, como un buen negocio que les cita con su Señor. Este mundo les desea pero ellos se desinteresan de él; trata de atraparles pero ellos han escapado de él. Pasan la noche en vela mientras recitan el Corán. Cuando llegan a una aleya que provoca el anhelo de ALLAH, les llena de deseo y su alma se reconforta. Cuando leen una aleya que provoca el temor, la escuchan desde el fondo de su corazón, pues tienen la impresión de que los lamentos del Infierno resuenan dentro de sus oídos. Arrodillados esperan que ALLAH les libere de su esclavitud. Durante el día se muestran condescendientes, sabios, generosos y piadosos. El temor de ALLAH les ha tomado de tal forma que podrías creer que están enfermos sin estarlo. Consideran que es muy poco lo que hacen y nada les parece suficiente. Se acusan a si mismos y se quejan de sus actos. Si tienen noticia de que alguien les reconoce, por temor responden: “Conozco mejor a mi alma que nadie y ALLAH mejor aun. ¡ALLAHumma!, no me castigues por lo que ellos digan, mejor hazme mejor de lo que piensan y perdóname por lo que ignoran”:”
“Entre sus rasgos podrás constatar la fuerza de sus convicciones, la firmeza de un carácter dulce, una creencia con certeza, un ansia de saber, tolerancia al actuar, equilibrio en la abundancia, humildad en el cumplimiento con ALLAH, aceptación en la pobreza, paciencia en la adversidad, diligencia en el trabajo licito, decisión en las buenas obras y desinterés por la ambición mundana. Aunque actúen de forma escrupulosa sienten temor. De día dan gracias a ALLAH y de noche Le invocan. Duermen atentos y despiertan alegres por la gracia y misericordia que reciben. Si su alma les incomoda con algo no satisfacen su deseo. Su dicha está en lo imperecedero y en renunciar a lo efímero. Compaginan la magnanimidad con el saber y la palabra con la acción. Sus esperanzas se cumplen y sus faltas son leves. Su corazón es humilde, su alma temerosa y su vida sencilla. Su camino en el Dîn es seguro, porque sus deseos han muerto y su cólera esta dominada. De ellos solo se puede esperar el bien, y a nadie causan mal alguno. Aunque estén entre los profanos, están ocupados de ALLAH. Pasan por alto el daño que se les hace, dan a quien les priva, no cortan con quien les ha abandonado. Carecen de odio y sus palabras son dulces. No hacen reproches pero defienden el bien. Firme ante las calamidades, pacientes en la adversidad y llenos de gratitud en la holgura. No agravian a quien les detesta ni condescienden con quien les ama. Reconocen el derecho ajeno antes de que se lo reclamen. No descuidan lo que se les confía, no motejan con los demás, ni molestan al vecino, ni se regocijan con las desgracias ajenas. Si alguien les hace daño esperan a que sea ALLAH quien haga justicia. Les sobra con lo que tienen y dejan tranquila a la gente. Se exigen a si mismos obrar bien pero no molestan a nadie por su causa. A quien les abandona no le piden cuentas y a quien se les acerca le tratan con misericordia y dulzura. Si se alejan lo hacen sin pretensión ni orgullo. Si se acercan carecen de intenciones ocultas y engaño”.
Al escuchar esta descripción, Hammâm cayó muerto. Hz. Ali (r.a.a.) dijo: “¡Por Allâh! Temía que esto ocurriera”.
Luego añadió: “Este es el efecto que tienen las palabras autenticas en aquel que esta cualificado para oírlas”.
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