Dos horas duró el inédito encuentro de víctimas y activistas por los derechos de los niños con los organizadores de la cumbre mundial de obispos sobre abusos convocada por el Papa y que inicia este jueves 21 de febrero
“Se acabó el tiempo de las palabras, es hora de tomar acciones contundentes”. (Los abusos) son “una pandemia” y, para combatirlos, urge un plan de acción global. Palabras que resumen la inédita reunión que sostuvieron, la mañana de este miércoles, víctimas y activistas defensores de los niños con los organizadores de la cumbre episcopal sobre abusos sexuales contra menores convocada por el Papa. Dos horas de diálogo “honesto”, tras el cual varios de sus protagonistas coincidieron: la crisis es urgente y exige actuar de inmediato.
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La atención mediática fue altísima. Decenas de periodistas abarrotaron las afueras del Instituto Maria Bambina, ubicado justo frente a la Plaza de San Pedro y donde se llevó a cabo la reunión. Todo empezó pasadas las 11:30 horas y concluyó 15 minutos antes de las dos.
“Pedimos ya basta de secretos, que se den a conocer los nombres de los abusadores. Aquí debe haber transparencia, lo ha pedido el Papa. Los obispos deben seguir lo que ha pedido el Papa, no asentir con la cabeza en una reunión diciendo: ‘sí, santidad a todo’ y luego volver a sus países para hacer todo lo contrario. Eso ya se acabó y quienes lo hagan, ahí está la puerta”, señaló Juan Carlos Cruz, una de las más famosas víctimas del abusador chileno Fernando Karadima.
Él fue uno de los artífices de la conversación, junto a Charles Scicluna. El arzobispo maltés le llamó tiempo atrás para concretar la cita. Así, por parte de las víctimas, todo se organizó a través del proyecto global “Ending Clergy Abuse” (Fin al abuso clerical). Su comitiva estuvo compuesta por 12 personas, entre ellos tres mujeres.
Sentados frente a una gran mesa rectangular, por parte vaticana estuvo -además del propio Scicluna- Hans Zollner, presidente del Centro de Protección para la Infancia de la Universidad Gregoriana, el arzobispo de Bombay Oswald Gracias, el arzobispo de Chicago Blase Cupich y Federico Lombardi, moderador de la cumbre de obispos, que inicia este jueves 21 y se extenderá hasta el domingo 24 de febrero.
Hablando con un enjambre de periodistas, Cruz ofreció detalles de lo dialogado. “Las principales recomendaciones que hicimos fue que exista transparencia, que se hagan las cosas ya y que se coopere con la justicia civil para entregar a estos criminales, no sólo los que abusan sino también los que encubren”, estableció.
Se mostró más bien optimista sobre el resultado. Aseguró que cada uno de los presentes pudo decir todo lo que quería decir. Aseguró sentir esperanza por el encuentro de obispos y lamentó que otras víctimas se sintiesen decepcionadas porque el Papa Francisco no se hizo presente, aunque nunca estuvo previsto en realidad.
Al mismo tiempo reservó duras palabras para los obispos chilenos. “Viven en la luna de Valencia, no entienden nada, algunos se van a ir a la cárcel y por eso dije que se deben encontrar hombres que reemplacen a esos que van a estar comiendo pan y agua muy pronto, espero”, ponderó.
Mucho menos positivo fue Miguel Ángel Hurtado, referente de la organización Infancia Robada. Reconoció que “las víctimas tenían diferentes actitudes”, porque “algunas creían más y otras, directamente, no creían nada en la Iglesia”.
“Dijimos que es muy importante que no nos vean a las víctimas y a los activistas como enemigos, que somos aliados porque si hoy tenemos esta cumbre es gracias a los activistas, a quienes hemos denunciado y nos hemos jugado para contar públicamente nuestras historias. Hemos pedido que el Papa Francisco, en algún momento, se reúna con organizaciones activistas porque él se va encontrar muchísima resistencia a los cambios y si no cuenta con el apoyo de los activistas no va a lograrlo”, explicó, en declaraciones a la prensa.
Justamente ese fue un punto de desacuerdo. Algunos de los participantes esperaban de verdad que llegase, de un momento a otro, Jorge Mario Bergoglio. Algo que nunca ocurrió, con la consecuente desilusión.
Hurtado se incluyó entre los decepcionados, pero no por la ausencia del pontífice sino porque esperaba conocer “un proyecto concreto y específico” de parte de los representantes vaticanos. Él fue uno de los más claros a la hora de avanzar peticiones específicas a la Iglesia. Entre otras cosas solicitó la puesta en marcha de una hoja de ruta con medidas a nivel mundial, con un régimen sancionador para los obispos que no la cumplan, la abolición del secreto pontificio en las investigaciones por abuso y el establecimiento del régimen de tolerancia cero.
¿Qué le respondieron Scicluna y los demás? Que muchas cosas “están en estudio” y que esperan constituir, después de la cumbre de estos días, una comisión de seguimiento. “Nosotros hemos dicho que las palabras bonitas las hemos escuchado antes, pero que ahora necesitamos acciones contundentes”, insistió.
Y apuntó: “Esto sería una revolución porque la Iglesia dejará de valorar el poder, el dinero y la reputación y comenzará a valorar a los niños; esto significa que el clero va a perder privilegios para que los niños ganen derechos. Esto va a tener una oposición brutal y frontal en muchas conferencias episcopales, empezando por la española”.
La otra cara de la moneda la ofreció Federico Lombardi, ex director de la sala de prensa vaticana. Tras el diálogo con las organizaciones de víctimas aclaró que nunca se trató de un “encuentro operativo” para recibir propuestas sino un espacio para escuchar las expectativas y percibir, de primera persona, el sufrimiento padecido.
“Es un encuentro que los organizadores agradecemos. Lo habíamos deseado y tuvimos esta representación tan amplia. El objetivo era escuchar y llevar dentro de nosotros, la fuerza y la intensidad de las expectativas, afrontar verdaderamente los problemas sin dejarlos de lado u olvidarlos en toda la Iglesia, es lo que recibimos y llevaremos adelante en los próximos días”, dijo, en declaraciones al Vatican Insider.
Aseguró que el clima de la reunión fue “extremamente respetuoso y objetivo”, basado en el respeto y la escucha recíprocos. Insistió en que la presencia del Papa “nunca estuvo prevista”, reveló que Francisco siempre estuvo consciente de la realización del encuentro y recibirá un informe detallado sobre los resultados.
“No es que se afrontaron temas nuevos, lo que hay es expectativa porque sean resueltos los problemas y que sean reconocidos, en todos los países del mundo donde se encuentra la Iglesia, porque si no los afronta con claridad pierde su credibilidad. De esto somos perfectamente conscientes”, sentenció.
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