En teoría y en el estado actual de las cosas, el Papa Francisco solo tenía dos opciones para ir a Cuba: antes o después de su peregrinación a la ONU y los Estados Unidos. En el primer caso, la visita podía verificarse entre el 21 y el 23 de septiembre (no existe todavía ninguna confirmación oficial, y por lo tanto hablamos de una hipótesis periodística). El 23 de septiembre parece ser la fecha en que está prevista su llegada a Washington, donde será recibido por Barak Obama en la Casa Blanca, hablará ante las dos Cámaras del Congreso y canonizará a fray Junípero Serra. La segunda posibilidad era después del cierre del VIII Encuentro mundial de las familias (Filadelfia), que Francisco presidirá el 27 de septiembre en el Benjamin Franklin Parkway.

Ahora sabemos, por medio del padre Federico Lombardi, que la visita se llevará a cabo, y que se están estudiando fechas antes del viaje a los Estados Unidos y la ONU. En concreto, el p.Lombardi dijo: “Puedo confirmar que el Santo Padre Francisco, habiendo recibido y aceptado la invitación por parte de las autoridades civiles y de los obispos de Cuba, ha decidido efectuar una etapa en dicha isla antes de llegar a Estados Unidos con motivo del viaje anunciado hace tiempo”.

El hecho de que esta visita sea anterior a Estados Unidos y la ONU, abre otra hipótesis: que la presencia del Papa no sea demasiado breve y limitada a la capital, La Habana. Ahora parece plausible que el Papa permanezca dos o tres días en el país y pueda viajar a otras ciudades como Santiago de Cuba para concurrir al Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, ya visitado por los otros dos papas.

A esta altura resulta necesario además tener presente una circunstancia sumamente significativa, relacionada con un aniversario que tanto el Vaticano como el gobierno cubano consideran de gran importancia. Hablamos de los 80 años de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Cuba, que se conmemora el 2 de septiembre de 2015 porque la documentación oficial vaticana establece que comenzaron el 2 de septiembre de 1935. Vale decir que la presencia del Papa en la isla coincidiría con esta celebración y la figura de Francisco daría un considerable relieve al evento; al mismo tiempo, sería la ocasión para hacer un balance que abarca un singular período histórico mundial y también cubano, porque de estos 80 años de relaciones diplomáticas, 56 fueron con la Revolución cubana en el poder, es decir con Fidel y Raúl Castro. Las relaciones bilaterales en el último medio siglo han sido básicamente buenas, aunque entre 1959 y 1965 no faltaron graves tensiones y amenazas de ruptura. Luego, gradualmente, las relaciones comenzaron a mejorar hasta llegar a un punto clave, condición sine qua non para el gobierno de Cuba: que la Iglesia cubana y la misma Santa Sede se pronunciaran pública y abiertamente contra el embargo estadounidense. Así se hizo, y eso permitió otros dos grandes hitos, que marcan el nuevo rumbo: la Audiencia en el Vaticano que concedió san Juan Pablo II al presidente Fidel Castro, el 19 de noviembre de 1986 (en el marco de la Cumbre de la FAO contra el hambre en el mundo) y posteriormente, en 1998, la histórica peregrinación del Papa Wojtyla a Cuba (21-26 de enero). A lo que se debe sumar la igualmente histórica visita del Papa Benedicto XVI del 26 al 28 de marzo de 2012.