La presidenta vive momentos intensos, movilizadores, profundos, no solo en la vida pública y en una gestión presidencial con desafíos cotidianos, sino también en lo personal y lo privado. Si hay un antes y un después en la vida de las personas, con la llegada de un hijo, algunos consideran que el arribo de un nieto tiene ciertas similitudes. Un momento único, conmovedor, emocionante, desbordante de alegría.

Cristina, como mujer y madre, está en esa etapa. Han sido años duros, intensos, con sinsabores y pérdidas irreparables. Pero Dios bendice la vida, acompaña y guía. Y la vida siempre resurge, la esperanza inunda los corazones.

Distintas versiones le comentarona Caminos Religiosos que los tripulantes del Tango 01 estarían preparando todo para emprender a Roma. La presidenta viajaría muy pronto a visitar a Francisco, junto a su hija Florencia y Camilo Vaca Narvaja, su pareja y futuros padres, para que el Papa bendiga el nieto que viene en camino.

Cristina y Bergoglio tienen una relación muy especial. Y como líderes, como figuras también políticas en su rol de jefes de estado, y en su profunda relación desde el inicio del pontificado del argentino, no se mueven en función de dichos, trascendidos de prensa, o determinaciones de no recibir más políticos o evitar fotos. Ellos están por encima de todo eso. Y a pocos días de recordar la Jornada del Niño por Nacer, el encuentro sería un gesto de acompañamiento y un  sí a la vida, la imagen de una presidenta, madre y abuela, con su hija, su yerno, y la vida que surge, junto al Papa Francisco.

Sería inminente la confirmación oficial de este viaje, que despertará toda clase de especulaciones, y donde, como siempre, los protagonistas, de encontrarse, vivirán un momento de profunda comunión, más allá de todo.  Bergoglio bendecirá, con la simpleza de un cura de barrio o de villa, la panza de una joven que cree en el amor, en la familia, y en el futuro, viendo la vida brotar...